Nace el día bajo la música de los soles.
Abre sus círculos con pulso de clemencia.
Desde lo alto hasta el fondo del limo
se derrama la flor del pudor dormido.
Sobre las orugas tiemblan los metales, amándose.
En la aurora de Neptuno se hiende el estaño.
Cuerdas desterradas de lírica y avellana resplandecen,
filamentos de vellón ahogan el aire a contraluz.
Asciende un vaho severo, sin cuerpo, al horizonte.
Lleva en su soplo el fulgor de un rostro solar.
Del estallido perpetuo caen los mundos empujándose,
y ahí, heladas lanzas dispuestas a tocarse, a crujir.
Los ritmos del día se disuelven en la almohada.
Abren su aliento las bocas del candor vegetal.
El cauce invisible del canto es nube trovadora
que lleva la lluvia hasta su edad primera.
Ivette Mendoza Fajardo
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Autor:
Ivette Mendoza Fajardo (Seudónimo) (
Offline) - Publicado: 27 de octubre de 2025 a las 18:20
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 2

Offline)
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