Cuando el amor se desvanece

Alma Eterna

 

Andrea se sentó frente a la mesa cuidadosamente puesta, con la luz de las velas bailando en sus ojos brillantes de ansiedad y amor, con la idea de una velada hermosa junto al hombre que amaba. El aroma a jazmín llenaba el aire, una brisa refrescante hacia imaginar como los pétalos flotaban en el aire, un recordatorio del perfume que Pedro le había regalado para su cumpleaños. Llevaba el vestido color coral que él le había comprado, y sus tacones negros brillaban en la penumbra, ella era magia acompañada de la luz tenue de las velas, todo escencia y dulzura, Andrea era un paisaje de flores que esperaba tranquila el atardecer de su amor, solo faltaba su complemento... Pedro!!.

 

La cena estaba lista, exactamente a las 8:20, como siempre. Pero Pedro no llegaba. Andrea miró su reloj por enésima vez, sintiendo una punzada de ansiedad en el pecho. Se dijo que tal vez estaba atrapado en el tráfico, o que se había retrasado en el trabajo. Pero a medida que pasaban los minutos, su mente comenzó a vagar hacia pensamientos más oscuros. Por un momento lo bello del ambiente quedó suspendido entre las dudas e incertidumbre.

 

¿Por qué no había llamado? ¿Por qué no había enviado un mensaje? La duda se instaló en su mente como una nube oscura, esa nube que de posa en el amplio cielo, con la amenaza de llover y con ello empapar todo aquello que no logra tener un techo que lo ampare, esa nube amenazaba con arruinar la noche.

 

Andrea recordó las palabras que siempre repetía a sus amigos: "Trabaja tan duro para que podamos ser felices juntos". Pero ahora, sentada sola en la oscuridad, se preguntó si eso era realmente cierto. ¿O era solo una excusa para justificar la ausencia de Pedro?

 

Las horas pasaron lentamente y con el paso de aquellas horas, se acercaban lentamente los temores de Andrea, cada vez más presente el recuerdo de aquellas veladas que fueron interminables, aquellas conversaciones de todo y nada, aquellos momentos de pareja, de risas, de complicidad, las horas pasaron y con ellas la comida se enfrió en la mesa... Las velas se consumieron, proyectando sombras danzantes en las paredes y aquel humo que amena de las cenizas de lo que antes fue una hoguera, ese humo que sube caprichoso y se difumina en el ambiente, el que por un instante no ves, pero puedes sentir, esa misma sensación tenía Andrea, ese dolor que irradia desde el pecho hacia la garganta, el que aprieta, aquel que acelera tu palpitar... Andrea se levantó finalmente, con el corazón pesado, una pesadez que solo pueden explicar aquellos que han sentido la traición de un amor. La oscuridad se cerró sobre ella, y supo que la noche no sería mágica después de todo.

 

 

Fénix.-/

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  • Autor: Fénix (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 27 de octubre de 2025 a las 05:25
  • Comentario del autor sobre el poema: ¿Han sentido ese dolor en el pecho alguna vez?, es un golpe punzante que estremece hasta la persona más ruda y fuerte....
  • Categoría: Triste
  • Lecturas: 1
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