Bajo la luz fría de algún pasillo incierto,
donde el aroma es más que el perfume,
te conocí, hace tiempo, en tu blanco desierto,
la única cura posible que el tiempo consume.
Tú, que leías mi pulso, mi miedo y mi historia,
la experta en vida, la calma en la herida,
dictaste la frase grabada en mi memoria:
"Tú eres la única razón, el amor de mi vida."
Muchos calendarios de hojas arrancadas,
tantos inviernos lentos sin tu sonrisa bella,
ya son muchos años vacíos, promesas veladas,
y un amor que la ciencia del tiempo no consume.
La distancia es solo una larga prescripción,
el silencio, el efecto de una medicina,
hoy mi diagnóstico es la dulce intención,
la certeza que mi alma a ti se encamina.
Sé que el juramento no se ha desvanecido,
que solo es un turno que pronto terminará,
mi corazón, de verdad, de ti está agradecido,
pues sé que mi cita pendiente, por fin, llegará.
Y espero en la clínica de nuestro reencuentro,
donde la promesa no es mañana, es este día,
cerrando la herida, abierta, que llevo por dentro,
por verte a ti, a quien pertenezco, y darte mi amor.
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Autor:
Arvela (Seudónimo) (
Online) - Publicado: 26 de octubre de 2025 a las 22:27
- Comentario del autor sobre el poema: @DR LLDEGC
- Categoría: Amor
- Lecturas: 3

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