Mientras el amanecer vuelve a ponerse
me encuentro caminando entre nubes,
sintiendo el aliento de la eternidad.
El reloj de arena está vacío,
anhelando lo inconcluso,
el horizonte eterno de mi alma.
Mi mente no despeja el pasado;
las puertas del cielo no se abren,
el amor ha pasado sin florecer.
¿Será el alma de una mujer la llave
hacia el nirvana,
doblando la luz de mi espacio del alma?
Cruces de camino,
olvidando la combinación
de su corazón.
¿Cuántos sueños más debo tener?
¿Cuántos desvíos más debo soportar?
La infinitud de un reloj de arena finito.
Trascendiendo circunstancias,
¿Cuántas semillas deben morir?
¿Cuántas veces debo brotar?
Más cerca de mi amada debo estar,
cruzandonos como sombras
pero sin tomarnos de los brazos.
Después de milenios de
amaneceres y
atardeceres,
la compasión del universo,
cada vez acercándonos más,
cómo telas que lentamente se van hilando.
Escuché los ecos de su corazón—
se desvanecen las vidas,
se dobla el cielo,
terminando en su abrazo.
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Autor:
Rick Robles (Seudónimo) (
Offline) - Publicado: 26 de octubre de 2025 a las 10:27
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 35
- Usuarios favoritos de este poema: Emilia🦋, Hernán J. Moreyra, Mauro Enrique Lopez Z., Antonio Pais, alicia perez hernandez, Tommy Duque, Mª Pilar Luna Calvo, Mael Lorens

Offline)
Comentarios1
Miles de desencuentro que por ahí al final sucede, me gustó leerte,abrazo
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