Querida,
Escribo estas palabras sabiendo que quizá nunca las leas, pero mi corazón insiste en hablarte, aunque sea en el silencio de esta hoja que no cruzará la distancia entre nosotros.
Te vi otra vez, no en persona, sino en el reflejo fugaz de tus publicaciones, en esas ventanas digitales donde tu vida brilla como un faro lejano.
Cada foto tuya, cada frase que compartes, es un destello que despierta el eco de aquel amor maduro que aún vive, terco y callado, en un rincón de mi alma.
Han pasado años, caminos, ciudades, y sin embargo, algo de ti sigue anclado en mí, como si el tiempo no supiera borrar lo que un día fue tan nuestro.
Te escribo mensajes que no envío, palabras que se pierden en el borrador de mi mente, porque, aunque mi mano tiembla al teclearte, sé que tus silencios son respuestas que no estoy listo para aceptar.
Y, aun así, no puedo evitarlo: te amo en secreto, en la penumbra de mis días, donde nadie más escucha.
No te culpo por no responder, por seguir tu rumbo, por ser la luz que ilumina otros mundos. Eres libre, y eso es parte de lo que siempre he amado de ti.
Pero quisiera que supieras, aunque estas palabras queden guardadas en mi pecho, que mi amor por ti no pide nada, no reclama, no exige.
Solo existe, puro y constante, como un río que fluye sin esperar llegar al mar.
Si algún día el destino nos cruza de nuevo, en una esquina del mundo o en un instante fugaz, no sé si tendré el valor de decirte todo esto.
Por ahora, dejo estas letras aquí, en el papel que no envío, pero que lleva tu nombre escrito en cada trazo.
Siempre serás ese amor que no se apaga, que respira en mí, aunque tú no lo sepas.
Con todo mi corazón,

Offline)
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.