Disfruta, libre y tentadora,
de cada instante que te toca,
como si la vida misma
se deshiciera en tus dedos.
Tu sonrisa rompe la calma;
tu cuerpo, oleaje que no pide permiso,
me arrastra y me deja sin aire.
Eres la realidad que quema al tocarla.
Tus manos sobre mi piel
son un incendio que no sabe contenerse.
Y aunque sea verdad, y obvio,
no te merezco,
cada reencuentro después del silencio
enciende en mí cosas
que no sabía que podrían arder.
Quizás es normal que tú no lo sientas igual,
pero en mí despierta la furia de todo un huracán.
Ojalá pudiera deslizarme en tus sueños,
rozarte sin permiso,
descubrir cada curva,
cada chispa que guardas entre suspiros;
que cada instante contigo:
explote y se refuerce,
se consuma sin miedo,
sin reglas, sin espera.
Porque quedan muchas sensaciones
por entender, seguro,
y mucho más por encender:
las mechas del deseo que,
aunque no se atrevan todavía a arder,
mucho menos real, apagarse...

Offline)
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.