El aire estaba cargado de un perfume cálido, casi prohibido, y cada movimiento suyo era una llamada que no podía ignorar.
La luz tenue apenas delineaba su figura, y yo me acercaba con la paciencia de quien sabe que cada segundo cuenta.
Sus dedos recorrieron mi piel como si dibujaran mapas secretos, y mis labios respondieron al instante, explorando cada rincón con hambre contenida.
Su respiración era un susurro que me hacía temblar, un ritmo que aceleraba cada latido de mi cuerpo.
Cuando nuestras bocas se encontraron de nuevo, fue como si todo lo que conocía del deseo se condensara en un solo instante.
Cada caricia era la nota de una melodía sensorial, cada suspiro un brindis por lo prohibido, cada susurro en mi oído un viaje infinito al éxtasis.
No era solo placer, era una fiesta de sensaciones; una degustación de piel, de saliva, de gemidos que se mezclaban con la fragancia de nuestra pasión.
Cada latido era un manjar exquisito que consumíamos sin prisa, dejando que el tiempo se disolviera entre nosotros.
Cuando finalmente colapsamos juntos, exhaustos y satisfechos, el mundo entero desapareció.
Solo quedábamos nosotros y la certeza de que habíamos probado un placer que jamás podría describirse sin la etiqueta perfecta:
'Delicatessen Gourmet Total'.
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Autor:
Cosas que nunca os he dicho... (
Offline) - Publicado: 24 de octubre de 2025 a las 08:36
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 2

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