El Peso del Silencio

Alma En Letras

Amor,
hoy no ha sido un día fácil.
Desperté con el alma cansada,
sin saber si era tristeza, preocupación o solo el peso de tantas cosas que callo.
No quiero que el silencio se convierta en una barrera,
ni que lo que guardo comience a dolerme desde dentro.
Te escribo desde ese amor que un día prometimos cuidar,
desde la promesa de no hacernos daño,
ni siquiera con la verdad.

A veces las palabras se me enredan en la garganta,
porque cada intento de hablar contigo
se convierte en una frontera.
Y no quiero discutir, amor.
Solo quiero decirte lo que siento
sin que el tono, el cansancio o el momento
rompan lo que intento decir con ternura.

He estado triste.
No porque quiera ser tu prioridad,
sino porque duele sentirme tan lejos en tu lista.
No busco competir con tu tiempo,
solo quisiera que en algún rincón de tu día
hubiera espacio para un pensamiento mío.

Me duele saludarte por la mañana
y pasar el día sin oír tu voz.
Y cuando te escucho decir
que esa es tu forma de amar,
que el silencio también es cariño,
no sé cómo explicarte
que para mí el amor también tiene sonido,
que vive en los gestos,
en la palabra dicha a tiempo,
en un simple “hola” que me recuerde que existo.
No quiero que cambies,
solo quiero que entiendas
que mi forma de amar también respira,
que necesito sentirte cerca,
no solo saber que estás en algún lugar del mundo.

Y hay frases que se me quedaron clavadas,
como pequeños vidrios rotos en el alma.
Cuando dijiste
que si lo que necesitaba era una “p***”,
algo dentro de mí se quebró.
No fue el insulto:
fue la herida de sentir que la mujer que amo
olvidaba lo que mis manos decían cuando te tocaban.

Después, aquella vez en Mariquita,
cuando dijiste
“Hagamos el amor, te lo mereces”,
me dolió también.
No por las palabras,
sino por la idea de tener que ganarme el derecho a amarte.
Yo no busco cantidad, amor,
busco conexión,
busco sentir que al tocarte no estoy cruzando un permiso,
sino volviendo a casa.

Y últimamente,
el celular se ha vuelto una muralla invisible.
Estamos juntos,
pero tú te vas detrás de la pantalla,
y yo me quedo al frente,
tratando de entender
si exagero o si realmente me estoy volviendo invisible.

No te escribo para reprocharte nada,
te escribo porque no quiero que esto se acumule.
Porque el amor no muere de un solo golpe,
se apaga en los silencios,
en los “dejemos así”,
en los “ya no hablemos de eso”.
Y yo no quiero que eso nos pase.

No soy perfecto.
También he herido,
también me he callado.
Pero aprendí que lo que no se dice
se pudre por dentro.

La distancia del trabajo no ayuda,
pero tampoco debería alejarnos más del alma.
Sé que no es fácil para ti,
ni para mí.
A veces siento que la distancia entre nosotros
ya no es de kilómetros,
sino de emociones.

Y me pregunto si aún cuidamos
lo que un día prometimos proteger.
Si todavía creemos
que vale la pena luchar por lo que construimos.

Yo sigo aquí,
con mis miedos y mis dudas,
pero con el amor intacto.
Solo quiero saber
si aún remamos hacia el mismo horizonte,
si todavía quieres lo mismo que yo:
un amor sincero, imperfecto, pero real.

No escribo esto para que respondas
ni para provocar una reacción.
Lo hago porque necesito soltarlo,
porque me estaba pesando demasiado guardarlo,
porque mis ojos ya estaban a punto de ahogarse
en los silencios que he callado.

Si después de leerme sientes que algo cambió,
que algo se enfrió,
o que ya no estás en el mismo lugar que yo,
dímelo.
Con calma.
Con honestidad.
Sin miedo.

Y si aún queda amor,
si aún brilla esa chispa
que un día nos unió,
dímelo también.

Te amo.
Y tal vez por eso mismo,
hoy me duele tanto escribirte esto.

JFAS 23-10-2025

  • Autor: JFAS (Seudónimo) (Online Online)
  • Publicado: 23 de octubre de 2025 a las 22:49
  • Categoría: Carta
  • Lecturas: 2
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