Querida Muerte,
No sé si te escribo por miedo o por curiosidad.
Desde niña escuché tu nombre en susurros,
como si bastara pronunciarlo para invocarte.
Y sin embargo, un día te conocí.
No con túnica ni guadaña,
sino en el silencio de una habitación donde ya no quedaba aliento.
Te vi en los ojos vacíos de quien amé,
en la quietud de un cuerpo que aún parecía esperar algo.
Desde entonces, te llevo dentro,
como un eco que no se borra.
No sé si odiarte o agradecerte.
A veces me dueles, otras me calmas.
Has estado en mis versos,
en cada palabra que nace de la herida.
Eres la sombra que me acompaña cuando todo lo demás se va.
Hoy te escribo sin rencor.
Entendí que no eres enemiga,
solo el último respiro del destino.
Vienes cuando todo ya ha sido dicho,
cuando el alma se cansa de sostener el cuerpo.
Te confieso que a veces te anhelo.
No por deseo de desaparecer,
sino por comprenderte del todo.
Porque si la vida es un laberinto de preguntas,
tú eres la única respuesta que no miente.
Así que si un día vuelves por mí,
hazlo despacio.
Tócame con la misma ternura con que tocas el tiempo,
y déjame dormir entre tus manos,
como quien al fin regresa a casa.
Con respeto y silencio,
-Bosque de cenizas-
-
Autor:
Somnia (Seudónimo) (
Online) - Publicado: 23 de octubre de 2025 a las 22:45
- Categoría: Carta
- Lecturas: 2

Online)
Comentarios1
Como será de certera la muerte que nos da de ventaja toda una vida, tambien me gustaría ese final tranquilo, buen escrito, abrazo alado
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.