LA CASA VERDE (CACHOS DE TIEMPO).

Nkonek Almanorri

 

 

Con cinco años recuerdo al nefasto cura D. Abraham, que en las tardes de todos los jueves casi llegando a las cinco en punto se acercaba a un cuarto situado en la trasera de la Iglesia de Santiago, en Agaldar, en el cual nos apretujábamos treinta o más niños, algunos sentados en bancos y otros en el suelo, algunos con alpargatas y otros descalzos, allí acudíamos, inocentes entonces, para escuchar a otro cura, éste más bondadoso al menos nunca supe de maldades suyas, D. Pacuco. Venía siempre a hablarnos de Dios y sus milagros; cuando por la puerta, y siempre de improviso, aparecía la figura de D. Abraham todos como si fuéramos ya militares bien entrenados nos apresurábamos a ponernos de pie y gritar al unísono: “ ¡¡Buenas tarde, Padre!!, para a continuación intentar lograr llegar a él y querer besar su mano (la mano de un fascista, como años después se descubrió y se denunció que fue); dependiendo de interés de la visita y de tratar algún tema concreto con el cura que atendía al Catecismo esto de besarle la mano a veces se lograba y otras no porque el mismo D. Abraham apartaba a los niños allí presentes, a veces casi a empujones: En aquellos días yo no sabía aún que fue  aquel demonio con sotana al que mi padre le había roto dos dientes, esto lo supe dos años después a la entrada a la iglesia para el acto de la Primera Comunión.

 

Yo nunca supe tampoco, hasta muchos, bastante, años después  que la casa en que yo nací le llamaban a principio de los 60 del siglo XX, La Casa Verde. Me lo dijo un viejito, ya con 90 años, en una ocasión en que ya viviendo lejos de allí, de la casa en que nací, y en un viaje de vuelta al lugar me lo dijo: “…Sí, me dijo: aquella casa de allí era en aquellos años La Casa Verde, lo era porque fue una casa de prostitución en aquellos años”. ¿Qué años? Le pregunté, contestándome, al momento, que lo era desde principio de los 60.Yo le respondí con rotundidad que no, que aquello que decía no era cierto puesto que yo había nacido en aquella casa y viví hasta los 8 años abandonándola en 1964. Ante la persistencia de sus palabras decidí preguntarle a mi tía Lela, aún hoy viva y con 97 años, sobrina de Chonita, la cual me aclaró lo ocurrido: “Esa casa nunca fue una casa de prostitución”, me dijo. Lo que ocurrió es que, me contó, cuando tu tío abuelo Salvadorito volvió de Cuba, en 1961 y tras haber estado en Sierra Maestra con Fidel Castro, todo el mundo por aquella zona le llamaba “El Comunista” con todo lo que ello implicaba en aquellos años por ser tenido como tal y  así, y por tanto amenazado del tal afrenta, en la dictadura franquista, el Tío abuelo nunca salía a la calle y ante la posibilidad de que de noche fueran a buscarle a casa y se lo llevaran para matarlo tirándolo por la boca del volcán de Jinámar para llegar rodando al mar y ser comido por los marrajos, subía al traspatio y dormía oculto por detrás del pesebre de la cabra que teníamos en casa, usando como manta la hierba seca que había para el animalito.

 

En este estado de cosas y hechos un día llegó a casa un señor con corbata negra y sombrero en mano que dijo ser empresario de la construcción y que quería hablar con el tío abuelo Salvadorito para ofrecerle “un negocio”; esto lo oí yo cuando le abrimos la puerta de la calle. El Tio abuelo Salvadorito ante la imperiosa necesidad de obtener dinero se prestó a escucharlo, le invitó a entrar en casa a tomar café y escuchar la propuesta: El asunto se redujo al ofrecimiento de un trabajo en la construcción, en la ciudad, a 27 km de la casa. La idea la aceptó de inmediato y más cuando suponía que también iba a trabajar en la misma empresa de construcción con mi padre.

 

Todo tiene, siempre, una lógica: La razón del por qué este hombre, después un sinvergüenza, y empresario ocasional quería dar trabajo a mi Tío abuelo Salvadorito era por la situación política y social en que se encontraba, amenazado falsamente de ser comunista Salvadorito; y también porque nuestra casa era enorme, 5 dormitorios,  porque este hombre tenía una amante aparte de su mujer y quería dormir los fines de semana en nuestra casa, encerrado en su habitación “prestada” desde el sábado por la tarde hasta el día siguiente domingo también por la tarde en que se iba a su casa a visitar por unas horas a su mujer e hijos antes de volver para la ciudad en la madrugada del lunes. La gente de la zona desde entonces y durante meses seguidos veían a esta mujer, la amante, ajena a la casa y a la familia – y a veces otra mujer también – entrar y salir y entendió que aquella era una casa de prostitución y eso fue lo que se hizo creer durante un tiempo y por ello le llamaban La Casa Verde.

  • Autor: Nkonek Almanorri (Online Online)
  • Publicado: 23 de octubre de 2025 a las 15:39
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 8
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Comentarios +

Comentarios2

  • MISHA lg

    vaya que historia poeta , muy interesante ,
    y bueno la casa verde ...

    graacias por compartir

    hombre tenía una amante aparte de su mujer y quería dormir los fines de semana en nuestra casa, encerrado en su habitación “prestada” desde el sábado por la tarde hasta el día siguiente domingo también por la tarde en que se iba a su casa a visitar por unas horas a su mujer e hijos antes de volver para la ciudad en la madrugada del lunes. La gente de la zona desde entonces y durante meses seguidos veían a esta mujer, la amante, ajena a la casa y a la familia – y a veces otra mujer también – entrar y salir y entendió que aquella era una casa de prostitución y eso fue lo que se hizo creer durante un tiempo y por ello le llamaban La Casa Verde


    besos besos
    MISHA
    lg

  • Nkonek Almanorri

    No es "Una historia" al estilo tradicional sino momentos de mi vida desde la niñez (Cachos de Tiempo son Espacios de Tiempos vividos). Estos escritos son un borrador que escribo por duplicado, a tinta y en ordenador, serán corregidos y pudieran ser que algunos datos borrados y otros cambiados o aumentados,. Todos los personajes son reales, lo importante es escribir.

    Gracias por tu opinión.



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