No todos los juegos llegan a la risa.
Algunos se quedan varados
en la mirada del niño que aprende demasiado pronto
a callar,
a ser firme,
a cuidar del día.
Faltaba la voz que arropa,
la mano que ordena el sueño,
la presencia que hace sencillo el mundo.
Y, sin embargo,
en la distancia,
una madre seguía hablando
desde el temblor de la tinta,
enseñando a construir familia
con los ladrillos del recuerdo.
Cada carta era un puente,
una semilla que no quiso morir.
Decía: “Cuida de tus hermanos”,
y aquel eco se quedó para siempre
en el aire de la casa.
El niño creció entre silencios
que dolían y daban sentido,
entre la ausencia que enseña
y la ternura que salva.
Aprendió que el amor
también se escribe con heridas,
que se puede abrir el corazón
aunque el tiempo lo haya cerrado antes.
Y así, sin infancia plena,
nació la fuerza:
esa que no grita,
pero sostiene.
José Antonio Artés Sánchez
-
Autor:
José Antonio Artés (Seudónimo) (
Online) - Publicado: 23 de octubre de 2025 a las 11:59
- Categoría: familia
- Lecturas: 5
- Usuarios favoritos de este poema: Tommy Duque

Online)
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.