Me busqué cada herida con mi propio aliento,
desafiando al destino con fe y con despecho,
quise inventar amores dentro del tormento,
y encontré mil maneras de morir por el pecho.
Si elegí este camino de fuego y deriva,
donde el beso es promesa y el adiós un castigo,
fue porque el alma necia aún se mantenía viva,
persiguiendo un milagro que jamás fue conmigo.
Por escribir de más, mendigando un suspiro,
me gané cada noche de respuestas vacías,
mi palabra fue espada, mi corazón un tiro,
mi tinta un cementerio de viejas alegrías.
Hoy entiendo que el daño no vino de fuera,
que el dolor no se impone, se elige despacito,
si me perdí en su amor y su amor no me espera,
no culpo a nadie… me lo gané yo solito.
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Autor:
Carlos Arturo Mendez Diaz (
Offline)
- Publicado: 23 de octubre de 2025 a las 01:44
- Categoría: Triste
- Lecturas: 3
- Usuarios favoritos de este poema: El Hombre de la Rosa
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