Parecías un señuelo, ocultando una intención,
herida de sollozos y caminos de un mañana,
Fracasaban tus sueños sin engaño de existir,
Esperando noticias, lamentando tardanzas.
Ojalá en tu sonrisa pudiese hubiese podido dibujar,
Escribir y leer cuentos eternos de sosiego,
De alegoría felices, de hazañas irreales,
De tormentas diluyéndose entre muros de hielo.
Pero el corazón en su amparo muerde con miedo los intentos,
Intentos debilitados por la sombra de amistad,
Amistad inescrupulosa, amistad tardía,
Amistad de antaño, amistad sin vida.
Veíamos pasar con los mismos ojos la mañana,
Y al tardecer, la luz en conjunto se desvanecía,
Por la noche fuimos mutua guía de intentos sombríos,
Inherentes al curso natural, al ritmo de agonía.
¿Para que esperas que amanezca sin decirlo?
¿Para que esperar que el sol ilumine tu pupila?
¿Para que esperaste que tu sonrojo huyera
Entre el frío de un final tembloroso y tu partida?
Si en esperar los años se duermen velozmente,
Creceré asimismo, admirando lo imposible,
Pero que cerca estuvo, que tuvo su intención,
Que voló perenne, impaciente y eludible.
Conmigo, con nosotros y sin nadie,
Sin vos para contigo y para vos mi todo,
Así sonaban las aventuras que escapaban del alba,
Que un día se condenaron a yacer bajo el lodo.
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Autor:
Misael Gaston (
Offline)
- Publicado: 22 de octubre de 2025 a las 05:13
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 2
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