La casual incausalidad.

Aunque la contemporaniedad me regalara otro ser hilado a tu semejanza no estaría dispuesto a recibirlo, mi amor fué más allá de lo carnal, mi amor fue a lo implícito, a lo que está pero no se vé, al eco que dejaste en la vacia habitación de mi corazón cuando decidiste cruzar el umbral de la terrenidad, de lo corpóreo.

Dejaste a mi espíritu solo y a la deriva buscando hacía donde naufragar preguntándose cuándo veré tierra firme, todo siempre fué un arrastré mar adentro, desgarre tanto mis músculos como mi espíritu nadando hacía la orilla pero siempre cuando creía llegar una ola mas grande que la anterior me llevaba, varias veces planie rendirme, dejar de nadar a contra corriente.

Soy la combinación de todo lo que los demás quieren pero a su vez cuando cumple su fin descartan, lo efímero de la poca sensatez que recorre mi psiquis es lo que finjo para que mi mente no se corrompa, no se rompan los cimientos que mantienen mi poca cordura.

Siempre me consideré alguien valiente, el que siempre estuvo primero en la carga contra la tempestad arrastrada por el viento, mi insensatez fué tal que cuándo no quería vivir más, me inventé la razón para seguir viviendo, talvez fué un grito de mi alma quién aun no estaba preparada para verte, o quizás fué mi mente siguiendo sus mas bajos instintos, si hoy sigo aquí fue porque todo fué acomodado por la ordenada azarosidad de la casual incausalidad de hipotéticos casos que no fueron causados, unos lo llaman destino, otros lo llaman suerte, yo elijo llamarlo vida.