Eres la dueña tranquila de mi norte,
el mapa vivo de todos mis caminos,
en tu nombre se abrían los jardines,
y en tu risa temblaban los tréboles.
Te amé con la fe del mar en la marea,
con esa torpe y total certeza,
que derribó almanaques y fronteras,
fui un altar de solo dos manos,
sosteniendo el milagro de tu presencia.
Pero la vida tiene sus exigencias,
sus giros secos, su fría geometría,
y te fuiste llevándote el paisaje,
dejando un invierno de estanterías vacías.
Ahora tu nombre es un eco, en un cuarto desierto,
una canción que se atasca en el pecho,
es el surco que dejó el relámpago,
en el campo oscuro de mi memoria.
Aprendo, lento, a descifrar el mundo,
sin el diccionario de tu mirada,
a poner la mesa para uno solo,
a dormir sin tu astronomía en la almohada.
Y sin embargo en este exilio involuntario,
guardo la lluvia de aquel abril contigo,
no te reclamo, no grito tu ausencia,
solo constato que amarte fue un viaje,
del que no he querido nunca, regresar.
Te llevo puesta como el aire lleva,
el invisible peso del rocío,
lejana mujer, raíz de mi más honda herida,
y el más claro espejo donde un día me vi vivo.
Espero que estas palabras te acompañen y ayuden,
a transitar este sentimiento,
a veces, la poesía es el mejor consuelo,
para lo que no tiene explicación.
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Autor:
Arvela (Seudónimo) (
Offline) - Publicado: 20 de octubre de 2025 a las 23:21
- Comentario del autor sobre el poema: @DR LLDEGC
- Categoría: Amor
- Lecturas: 13
- Usuarios favoritos de este poema: Antonio Pais, ElidethAbreu, El Hombre de la Rosa, Mauro Enrique Lopez Z., EmilianoDR

Offline)
Comentarios2
La escritura es la mejor catarsis, me gustó la melancolía que expresas al final, abrazo
Gracias
Querido poeta Arvela, siga sus conversaciones con la almohada.
Preciosas y sentidas letras que llegan a la soledad del alma.
Abrazos y gracias.
Abrazos y muchas gracias
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