A dos pasos del instinto
Caperucita oscura
nunca olvidas la coraza;
telarañas en los ojos,
a salvo de miradas.
¿De qué huyes, Caperucita?
Tus huellas buscan
la claridad que duele.
En la cima —él—
erguido y sin bandera;
el citrino de sus ojos
hiere tu certeza.
Dos cuerpos ajenos
que se reconocen
en el ritmo prohibido
de la piel sobre la piel.
Desarmada,
te ofreces al fuego.
Embiste y embriaga
el elixir del deseo;
cuanto más exhausta
más te posee su aliento.
Y en la entrega —al fin—
recuerdas tu nombre.
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Autor:
Clara Verdoy (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 20 de octubre de 2025 a las 16:29
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 6
- Usuarios favoritos de este poema: ANGHELUZ., Antonio Pais, Santiago Alboherna, EmilianoDR, Jose de amercal
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