No es luz lo que la luna emite,
sino la memoria de un fulgor
que ha aprendido a doler.
Su rostro es vestigio,
rastro de una plenitud extinta
que, sin embargo, persiste.
Es la sutura del firmamento,
donde la materia se rasgó
bajo el peso de la espera.
Allí se inscribieron
las negaciones del deseo,
las permanencias que debieron ser tránsito.
Porque el amor,
esa fuerza que modela constelaciones,
hiere sin tocar,
y deja cicatrices
en la topografía invisible del ser.
No es el dolor lo que permanece,
sino su forma luminosa,
la ceniza encendida
que orienta a los errantes del alma.
A veces el cosmos se pliega,
como piel antigua,
y muestra su grieta sagrada.
Y nosotros,
frágiles constelaciones de carne,
le devolvemos la mirada
con el íntimo reconocimiento
de quienes también han sido heridos
por la eternidad.
Entonces comprendemos:
no es la luna la que sangra luz,
somos nosotros,
inundados por lo que no supimos contener,
proyectando en la herida celeste
la cartografía exacta
de nuestra íntima vastedad.
-L.T.
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Autor:
LOURDES TARRATS (
Offline)
- Publicado: 20 de octubre de 2025 a las 15:58
- Comentario del autor sobre el poema: A mis amigos: Intento —humilde y feroz— de traducir en palabras aquello que sólo el alma conoce. Aquí, el lector no encontrará grandilocuencia ni artificio, sino una voz desnuda, fiel al temblor de lo humano. Que cada quien escuche en estas páginas su propio eco —o su propio rastro.
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 5
- Usuarios favoritos de este poema: MISHA lg, JUSTO ALDÚ
Comentarios1
bellas letras poetisa donde se puede interiorisar,
el alma
gracias por compartir
Porque el amor,
esa fuerza que modela constelaciones,
hiere sin tocar,
y deja cicatrices
en la topografía invisible del ser.
besos besos
MISHA
lg
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