Las manos son el paisaje rugoso
donde el trabajo clama subsistencia,
un mapa topográfico del sacrificio
que la vida exige sin descanso.
No hay miga secuestrada por el egoísmo,
solo queda la honestidad del compromiso.
El pan es nuestra necesidad compartida
en la mesa donde nada es todo.
Hay una tristeza que no hace ruido:
se sienta con nosotros,
como un huésped viejo.
No llora ni grita,
pero pesa en los hombros
y se esconde entre la ropa
tendida al viento.
A veces, las miradas se entrecruzan
para hablar sin hablar,
para borrar el eco del orgullo,
para dar luz
a la dignidad
que habita en la pobreza.
José Antonio Artés Sánchez
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Autor:
José Antonio Artés (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 20 de octubre de 2025 a las 11:16
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 6
- Usuarios favoritos de este poema: Mª Pilar Luna Calvo
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