Sentado bajo la luz de una menguante, con mi cuerpo conectando directamente a la tierra. Encontré a mi mente otra vez flotando en ese océano, esta vez sin miedo a saber como llegué ahí, sino con la incertidumbre de saber cuando va a llegar la hora de que me trague algo más grande que yo, algo que no puedo evitar.
Desentendí algo que ya tenia planteado con anterioridad, 'tengo miedo a conectar con la gente?'.
Mi respuesta inmediata siempre hubiera sigo que no. Me encanta relacionarme con gente, charlar, divertirme, conocer.
-eso no es conectarse.
No?. Entonces desconozco todo lo que conocía hasta ahora.
Soy consciente de cual es mi problema, aunque me encante ignorarlo, se que no quiero que nadie se encariñe por miedo a que llegue el día en que me desconozca de mi mismo y tenga que correr.
No quiero que me extrañen en ese momento.
Me encanta de vez en cuando relacionar sentimientos opuestos.
Es increíble lo cercanos que son el amor y el odio.
No poder sacarte una persona de la cabeza, que te altere saber algo de esa persona, prestarle mucha atención cuando están el mismo lugar...
Me duele una mujer en todo el cuerpo. Cuando mis latidos se aceleran y quiero salir huyendo, como la ansiedad y el alivio de oír su voz, la espera y la memoria, el horror de vivir en lo sucesivo. Admitir que me siento lleno con un complemento ajeno, que no me corresponde tomar, que no me corresponde tener, que no me corresponde guardar.
El desagrado y desgarrador lamento de mi bombo al acelerar en su presencia y peor así si es en su ausencia.
Los desvelos con un corazón en huelga por callar de más, por no decir cosas obvias que la cabeza ya acepto, pero que intentas negar.
El amor duele.
No por ser un sentimiento difícil de tratar, sino porque se consigue completar solo en compañía. Misma compañía es complicada de conseguir por lo mencionado anteriormente.
Miedo a sentir.
Con lo hermoso que se puede volver la explosión de pasión que es incomparable a algo vacío como el deseo, una pasión que se acerca al sueño, a lo perfecto, a el punto exacto en donde la realidad termina y le da paso a lo nuestro.
Admitir que mi tiempo es mejor con vos, incluso si es poco. Admitir que es dulce hasta el agrio recuerdo de una noche intemporal que me asedia como un tsunami en mi cabeza, un terremoto en mi cuerpo y un huracán en mi corazón.
El nombre de una mujer me delata.
Me duele una mujer en todo el cuerpo.
El nombre de esa mujer es el tuyo.
Solo con ese planteo volví a la orilla. Mi cuerpo y mente están unidos en tierra otra vez.
Me acomodo y sigo viendo la luna llena que no es más que un reflejo nítido de mi sueño más anhelado.
Ella.
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Autor:
PrincepsDuoAurei (
Offline) - Publicado: 20 de octubre de 2025 a las 01:35
- Categoría: Carta
- Lecturas: 13
- Usuarios favoritos de este poema: Antonio Pais, Santiago Alboherna, El Hombre de la Rosa, rosi12, Mauro Enrique Lopez Z., Jose de amercal

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