La poesía no nació sólo
de la belleza y el dolor,
sino también de
algo tan elemental como la
ausencia de
alfabetización.
Aunque quisiéramos evitarlo siempre será así y quizás unos pocos, sólo unos pocos, seamos capaces de reconocerlo y aceptarlo aunque casi nunca sucede de esta manera. Es más fácil, mucho más fácil y decidido, reconocer que hace años, o quizás media vida atrás, nos equivocamos en algo – en lo que sea -, que reconocer que lo que hicimos y ocurrió sucedió tan sólo diez minutos antes; y es ahí entonces donde debimos descubrirlo pero no ocurrió hasta esos años o media vida después en que los recuerdos quizás hayan borrado las emociones o incluso algunos sentimientos pero no la memoria.
Después de mucho tiempo – o cada cierto tiempo -, siempre volvemos al ayer lejano y descubrimos que aún no es el tiempo deseado y esperado para olvidar. Descubrimos entonces que necesitamos ver las cosas desde la verdadera distancia; desde la otra medida que es el tiempo, ese que nos da y nos entrega el espacio infinito de la ausencia. Desde ahí hay, existen y quedan, cosas que quizás fueron importantes pero que no supimos verlas; otras que quizás dejaron de serlas y por suerte también otras que siguen y seguirán siendo siempre necesarias. Desde la lejanía es de donde uno aprende y descubre la verdadera esencia de cada momento, de cada instante gastado de nuestra vida, de lo vivido y así es que también comprendemos del alma de todas las personas con las que nos hemos cruzado en nuestra existencia aquí.
Cuando la vida nos ofrece cambios bruscos sin posibilidades de rechazarlos es cuando el alejamiento de tantas y tantas cosas – e incluido personas – nos permite ver y estudiar con serenidad lo que hemos vivido, lo que hemos recibido y a veces dado desde un lugar seguro, desde una seguridad a veces material y a veces humana. Pero hay que tener cuidado porque todo es y ha sido siempre cambiante – ley terrenal de vida -, y todo queda tan tan inmensa y extrañamente lejos que de todo ello sólo vemos un puntito insignificante.
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Autor:
Nkonek Almanorri (
Offline) - Publicado: 18 de octubre de 2025 a las 16:56
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 22
- Usuarios favoritos de este poema: mauro marte, Javier Julián Enríquez, MISHA lg, Salvador Santoyo Sánchez, Santísimo, Mauro Enrique Lopez Z.

Offline)
Comentarios4
Muchas gracias, Nkonek, por este reflexivo poema, en cuyas ideas formalmente objetivadas se aprecia un gran contenido que nos invita a una profunda reflexión. La poesía no solo se erige como el crisol donde se forja la expresión poética, sino que también nos hace buscar otras formas de entender y comunicar el mundo. Así, el hecho de pensar en el pasado ya sea cercano o lejano, muestra que es difícil aceptar que el tiempo pasa y que todo cambia. En ese marco, es más fácil creer que podemos cambiar las cosas que aceptar que nuestras acciones tienen consecuencias inmediatas. En esta línea, se diría que la memoria nos permite recordar lo que hemos vivido y así entender el presente. Por otra parte, el hecho de volver al pasado nos hace ver que necesitamos mirar las cosas de otra manera. Entonces, es al mirar hacia atrás cuando vemos lo importantes que fueron y lo que dejaron de ser. Desde esta perspectiva, pareciese que la distancia nos ayuda a aprender y a entender lo que cada momento nos quiere decir, y también nos permite conectar con otras personas. Así las cosas, los cambios inesperados en la vida pueden brindarnos la oportunidad de reflexionar con «serenidad» sobre lo que hemos experimentado. Tal vez, desde una posición más segura, ya sea material o humana, podamos evaluar de manera justa y equilibrada lo recibido y lo dado. Sin embargo, es crucial recordar la naturaleza mutable de la existencia, la «ley terrenal de vida», que nos recuerda la insignificancia de nuestra perspectiva ante la inmensidad del universo. La distancia, en última instancia, nos invita a reflexionar sobre la fragilidad de nuestra existencia y la importancia de apreciar cada momento como un punto fugaz en la magnitud del tiempo.
Un cordial saludo y fuerte abrazo con mi más afectuoso aprecio
Le entiendo perfectamente, a usted - y quedo agradecido - y a sus conceptos. Gracias.
Siempre tiendo a analizar el presente, incluso los hecho que hoy tratamos, desde la perspectiva que los han creado, o sea: Los efectos de un pasado y que son los que generan una acción y posterior reacción. Admito tu respuesta como muy certera y adecuada. Gracias.
cuando pasa la tormenta o quizás la algarabía de la fiesta
es cuando se siente el recuerdo,
gracias por compartir poeta
Desde la lejanía es de donde uno aprende y descubre la verdadera esencia de cada momento, de cada instante gastado de nuestra vida, de lo vivido y así es que también comprendemos del alma de todas las personas con las que nos hemos cruzado en nuestra existencia aquí.
besos besos
MISHA
lg
Nkonek,
Tu texto es un acto de contemplación, pero también de humildad intelectual. Nos invitas a mirar no desde el juicio ni desde la nostalgia vacía, sino desde el territorio incierto —y por eso profundamente humano— de la memoria que se interroga a sí misma.
Esa voz que escribes parece provenir de un umbral: no habla desde el presente inmediato, ni desde el pasado cerrado, sino desde ese espacio reflexivo que solo concede el tiempo cuando ha dejado de doler. Has logrado no sólo nombrar una experiencia universal —la del reconocimiento tardío, la del aprendizaje que llega siempre después—, sino también transformarla en una poética de la introspección.
Hay en estas líneas una pedagogía del alma que no pretende enseñar, pero que, sin embargo, ilumina. La literatura que emerge de esta conciencia del límite —de la pérdida, de la lejanía, del silencio que sigue al lenguaje— no es solo testimonio: es, en sentido pleno, acto de comprensión.
Gracias por escribir con esta honestidad desnuda, que no recurre a la retórica para brillar, sino que se asienta en la verdad del pensamiento que ha pasado por el tamiz del tiempo y de la experiencia.
Personalmente, he sentido este texto como un espejo tranquilo pero implacable. Me ha confrontado con mis propios silencios, con esa necesidad de distancia para entender lo vivido, y con la certeza —incómoda, pero reveladora— de que no siempre reconocemos a tiempo lo esencial. Leerlo ha sido para mí entrar en un espacio reflexivo donde la memoria no castiga, sino que escucha; donde el pensamiento no busca respuestas inmediatas, sino que se permite demorarse en lo incierto. Es raro encontrar una escritura que acompañe así, sin invadir, sin imponer. Por eso la valoro tanto.
Saludos,
—LOURDES
Gracias por tu certera y adecuada respuesta. Siempre he dicho que un foro se alimenta más y mejor por las respuestas que se dejan que por los escritos que se presentan para su lectura, éste es el caso de tu respuesta. Gracias.
Se vuelve triste el ayer
si empiezas a recordar
que el pasado ya se fue
y que nunca volverá.
Un abrazo fraterno mi estimado.
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