Un día cualquiera, un enero mortal,
la mente estalló como un vidrio letal.
No hubo señales, solo fuego voraz,
un hierro encendido clavado en mi paz.
Una mitad rota lloraba a escondidas,
la otra buscaba salidas perdidas.
Seis lunas pasaron, el cuerpo cayó,
de golpe la sangre su furia mostró.
Leucocitos feroces, azúcar sin freno,
la presión rugiendo, el pulso en veneno.
Todo de una, sin dar compasión,
como un derrumbe con mala intención.
Me hallé en el centro, temblando, vencido,
sin armas, sin rumbo, de miedo vestido.
Entonces la palabra encendió su motor,
temblorosa, desnuda, pero con furor.
Cogí entre mis manos un boli sangrante,
escribí lo invisible, mi herida constante.
Desde aquel instante nada regresó,
la vida cambió, el eje giró.
Almohadas mojadas con sudor hiriente,
descargas que ciegan mi mente doliente.
Cifras en el papel dictando condena,
marcando en mi carne la huella y la pena.
Pero en cada fractura late claridad,
y en cada catarsis nace la verdad.
Mi voz, dura y rota, mi cant
o feroz,
es brújula viva que guía mi voz.
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Autor:
Manu cramps (
Offline)
- Publicado: 17 de octubre de 2025 a las 13:54
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 2
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