Las horas se vuelven filo
cuando el sueño no llega
y el cuarto respira más fuerte que yo.
No hay sangre,
no hay golpes ni gritos visibles,
pero algo me araña por dentro
con las uñas sucias de mi propio nombre.
Afuera todo imita normalidad,
mientras yo practico el arte de no existir sin que nadie lo note.
Hay días en que ni el cuerpo me reconoce,
me visto con la paciencia rota
y camino como quien arrastra un muerto invisible.
Me miro sin querer en los vidrios
y el reflejo esquiva mi mirada como si
estuviera harto de mí.
No es una tragedia digna de titulares,
nadie sangra,
nadie huye,
pero igual siento cómo algo se pudre,
como si lo pequeño tuviera permiso
de estrangularme despacio, en silencio.
Y entonces el mundo se vuelve demasiado,
cada sonido un filo,
cada roce un puñal,
y mi pecho se niega a obedecerme,
mi respiración huye y se esconde.
Me caigo en el suelo,
sin nombre. Sin aire.
El llanto me tapa la boca, moja la ropa,
me quema los ojos. La cara arde.
La ropa empapada se me pega al cuerpo.
Me da asco mi propia cara mojada.
Tiemblo sin control.
Miro un punto cualquiera
sin saber si estoy acá o no.
El estómago se revuelve
como si quisiera vaciarse de mí.
La cabeza hace ruido,
me grita y me miente.
Algo en mí sigue respirando,
aunque no sé si por costumbre
o porque todavía no encontró la forma de callarse.
El mundo no se entera,
y yo me quedo quieta,
sosteniendo el silencio
como si fuera lo último que tengo.
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Autor:
Axx (
Online)
- Publicado: 17 de octubre de 2025 a las 00:33
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 3
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