“Qué admirable / el que no piensa ‘la vida huye’ / cuando ve un relámpago.”
— Matsuo Bashō
💫
"Admirables los que están en el tiempo sin pensar en él.
Los que no huyen de lo que los rodea
ni de lo que los habita.
Los que no se encandilan con lo fugaz,
ni se abrazan a lo eterno.
Los que no corren.
Porque corren todos.
Por miedo. Por costumbre. Por desesperación.
Los que no corren habitan, sienten, sostienen, se detienen.
Y, en esa quietud, encuentran algo parecido a la verdad."
— Leila Guerriero
💫💫💫
LA QUE NO CORRE
I.
Qué admirable
la que no corre
cuando el cielo tiembla.
La que mira el relámpago
y no piensa en la muerte,
ni en el reloj.
Ni en la lista de cosas que faltan.
Solo mira.
Y está.
Como la piedra está en el río,
como el agua está en el cuenco.
No atrapa la luz,
no traduce el trueno.
No quiere entender,
ni quedarse con nada.
Habita.
Respira dentro del instante
como si fuera eterno.
Y entonces el tiempo,
ese animal huidizo,
se echa a dormir a sus pies
como un perro lazarillo.
💗💕
II.
La que no corre
camina despacio
por los bordes del mundo.
No le teme a la espera,
porque su espera es fértil
como el silencio antes del brote.
La que no corre
sabe que el amor verdadero
no se atrapa,
se encuentra en los cruces
cuando el alma va descalza.
Ella no empuja puertas.
Habita umbrales.
Se sienta junto al fuego,
sin exigir promesas
ni fechas de llegada.
Ella, llama suave,
no corre tras lo que arde,
ella es el fuego quieto
que enseña a quedarse.
Y si en la danza del destino
le susurra el reflejo infinito,
ella no huye,
lo nombra despacio,
como quien reconoce
el más allá dentro del pecho.
Y si alguna vez duda,
si el viento la tienta
con caminos fugaces,
ella recuerda:
no todo lo que brilla guía,
sí todo lo que enciende
merece ser honrado.
— Ceci Ailín
🍃
PRESENCIA TEJIDA
Ella.
Ella es llama clara.
No quema,
enciende.
Ella es arroyo de luz
que habita el tiempo
como quien escucha
el latido del bosque
sin miedo a perderse.
Habita el centro
de las cosas pequeñas.
Se sienta donde otros huyen,
y florece en la espera
como ramita
que elige quedarse.
Ella, profundidad suave,
no se apura.
Arde despacio.
Nombra sin urgencia
aquello que tiembla,
como si el temblor
fuera un idioma antiguo.
Ella respira,
y se sienta en la orilla
a esperar con los ojos abiertos
al que se anima
a verla arder
sin quemarse.
Él llega.
No con pasos,
sino como el agua
que reconoce su cauce
En el fuego que no lo apaga.
Él, él es horizonte profundo.
No reclama,
invita.
Llega sin pasos,
como quien reconoce el agua
en su sed más antigua.
No nombra,
y aún así habla.
Ella no corre.
Camina al borde del tiempo
con los pies descalzos
y la mirada abierta.
No busca.
Recibe.
Dice:
“Soy.”
Él no promete.
Su presencia
es respuesta.
Dice:
“Estoy.”
Cuando se cruzan
no se apresuran.
Se miran
como quien ha visto al otro
en un sueño anterior.
Ella, fuego quieto.
Él, cielo sin fin.
No se necesitan.
Se eligen.
Dicen:
“Hoy.”
Juntos no se prprometen.
Se reconocen.
Sin máscaras. Al desnudo el alma.
Comparten lo que SON.
Claridad y profundidad.
Presente y trascendencia.
El arroyo y el Cielo.
El fuego y lo Infinito.
— Ceci Ailín 💗
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Autor:
Soñadora Peregrina ☆ (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 16 de octubre de 2025 a las 21:32
- Comentario del autor sobre el poema: Este es un poema en tres movimientos. Una ofrenda a lo que no huye. A quienes se quedan y eligen MIRAR. A quienes HABITAN el Tiempo sin correr. 🍃 Inspirada en el Haiku de Matsuo Bashō, en un texto de Leila Guerreiro "La Teoría de la Gravedad" y en el alma que aprende a habitar, a quedarse. Los poemas, inspirados en Bashō, en Leila, y en mi alma que está aprendiendo a quedarse a mirar el relámpago sin huir. Gracias por leerme. Que estén teniendo una bonita semana 💗
- Categoría: Espiritual
- Lecturas: 3
- Usuarios favoritos de este poema: Carlos Baldelomar
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