A veces creo que el amor
no se termina, sólo se esconde.
Se disfraza de orgullo,
de silencio,
de esas noches donde uno finge estar bien
y el alma tiembla en secreto.
Nos quedamos en pausa,
entre lo que fuimos
y lo que ya no sabemos ser.
Nos amamos con miedo,
con deseo,
con heridas que no supimos cerrar.
El sexo fue la excusa,
el pudor, la distancia,
y las lágrimas…
esas fueron la verdad.
Porque cada vez que cierro los ojos
vuelvo a tus manos,
a tu voz temblando entre mis sueños,
a ese instante en que juramos no soltarnos
aunque ya sabíamos que lo haríamos.
Y sin embargo, aquí sigo.
Amándote sin nombre,
sin derecho,
sin promesa.
Amándote en el eco de lo perdido,
donde el recuerdo aún respira,
y tu ausencia
tiene el sabor exacto de tu piel.
Entre sexo, pudor y lágrimas,
te sigo queriendo.
A mi manera.
A destiempo.
Con el alma herida,
pero viva.
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