Nosotros los perdidos

luisp.rodriguezflores

Bajo la sombra de la noche
se ocultan mis pensamientos,
rodeados de misterios,
entre jaulas de encierros.
Temblorosas son mis manos
a causa de una pena.
Sea mía la calamidad,
sin buscar sosiego.
Y pensar que en busca de calma regresaste
y sólo indiferencia encontraste.
Ruega por nosotros, los perdidos,
que en busca de algún desvío
no encontramos camino.
No distingo ya un sueño de la realidad,
y en la penumbra de mi intimidad
No hay refugio
Aceptar solo me queda
pues será mi mayor castigo
no haberte convencido.
la pena se hace inmensa
Y arrastrar esta cadena
Será mi mayor condena.


Acto I: PENUMBRA

¿Cuánta humanidad me queda?
Se preguntaba,
rodeado de mucho… y a la vez de nada.
Entre los sonidos de la noche
y su susurrante quietud,
la sombra de aquel lo cubría.
El vaivén de una hamaca lo adormecía.
Los pensamientos iban y venían
como cúmulos perdidos en el infinito.
El ladrido de los perros
solo le recordaba su miseria.
Y el humo del cigarrillo
inundaba su habitación
de recuerdos taciturnos.


Acto II — SOMBRAS


El silencio:
—Ve… busca tu lugar en este mundo.
Parecía escuchar entre la penumbra de la noche.


Él:
—¿Una voz amiga? ¿O solo mi imaginación me domina?
He perdido el sendero,
y no he de parar hasta encontrarlo —respondió.


El silencio:—¿Te animarías a buscarlo?


Él:
—Tal vez… —contestó.


El silencio:
—Date por bien servido;
aún tu hora no ha llegado —susurró la voz silenciosa.


Él:
El miedo no lo dominaba;
por el contrario, lo animaba.
—Si no ha de ser mi hora…
entonces, ¿qué buscas en mí? —preguntó.


El silencio:
—Curiosidad… solo curiosidad.
De saber hasta dónde puedas llegar.


Él:
—No te veo, pero no te temo.
Aunque temo aquello que buscas.
Y sin remendar las consecuencias de su pregunta,
continuó su diálogo con la sombra.

Acto III — Luz 


Él:
He caminado entre sombras,
he hablado con el silencio,
y he sentido el peso de mis propios pasos.
Mas ahora, algo dentro de mí se aquieta.
La noche sigue oscura, sí,
pero ya no me asusta.
He comprendido que la penumbra
solo existe donde hubo luz.


El silencio:
—Has buscado fuera lo que habitaba en ti.
No hay senda que hallar,
solo camino que forjar.


Él:
Entonces… ¿no estaba perdido?


El silencio:
—Solo extraviado de ti mismo.
Quien se encuentra, no huye más del vacío.


Él:
Siento el aire distinto,
como si respirara por primera vez.
El humo, que antes me ahogaba,
ahora se eleva como incienso.
El miedo… ya no manda.
Y la soledad, que me pesaba,
hoy me acompaña sin herirme.


El silencio:
—Ya puedes descansar.
Has visto lo que pocos se atreven:
tu propia alma frente al abismo.


Él:
Entonces… que venga el amanecer.
Porque, aunque sigo en la oscuridad,
la luz… ya me habita.

Luz de Flores

  • Autor: Luz de Flores (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 16 de octubre de 2025 a las 13:34
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 2
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