El cromatismo del deseo

Leoness

Tu figura, escultura de ébano y de Luz sobre la ribera,

es la Ninfa pagana que al Sol ofrenda su candor,

no leas las letras vanas del mundo que desespera,

más tu mirada se hunde en el misterio del mar mayor.

 

El periódico, papiro profano que el estío desgarra,

recibe la sombra que de tu serenísimo torso mana.

¡Oh, Diosa viva! Tu topless es armonía bizarra,

que al espíritu conduce hacia una cumbre lejana.

 

El deseo se hace óleo y sinfonía bajo mi retina,

curva sagrada que el gimnasio esculpió, noble creador,

mientras la sombra, la delineaban los rayos del sol

como si enamorados, osaran modelar tu figura sobre la arena.

 

El movimiento grácil de tu carne que al alma domina,

es la cadencia exótica que mata mi anterior y desvanece,

más la lectura se vuelve ceniza, la tinta se anega y fenece,

ante el cuerpo-cisne que la brisa idolatra cuando camina.

 

¡Qué bello es el olvido que mi mente, al mirarte, padece,

y la pasión que, cual marea, a solo admirar me obliga!

Tu espalda pulida, cual esfinge que a la ola interroga,

mientras sus ojos zafiro beben la inmensidad que merece

 

El ritual tritón mensajero calma la tempestad,

yo, sacerdote silente, mi angustia se inmola, se ahoga

en el acantilado de nuca de cisne, hombros de seda,

pues tu belleza sin tiempo es mi única oportunidad.

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