Te pienso como el otoño

Te pienso como el otoño

Te pienso cuando el aire se despeina,
y las hojas se arrojan al vacío,
volando dulcemente,
sobre un espacio blanco que las besa.

Giran, juegan, se abrazan con la brisa,
bailan al son del viento que suspira,
cuando silba a la rama,
pidiéndole el adiós de su guarida.

Y es entonces, al andar entre caminos,
cuando mis pensamientos se hacen hojas;
hojarasca que cubre la memoria,
reposo de mis sueños y derrotas.

Caen sobre la hierba aún brillante,
doradas, vivas, tímidas, dormidas,
y en su quietud secreta se consuelan,
dándose el tibio amor que al gusano abriga.

Los árboles, desnudos, se estremecen;
sus nidos, olvidados, ya no cantan.
La niebla los rodea como un velo,
y en su mudez el alma se levanta.

Te pienso como otoño, en su hermosura:
oro, fuego, esperanza y despedida;
con su orquesta de rojos y de verdes,
su calma, su nostalgia, su caricia.

Eres mi otoño, el más bello, el más triste,
el que el corazón nunca había sentido.
Un otoño que quema y que perdura,
tan espléndido… tan mío… tan perdido.