Oda a la mesilla de noche

MIGUEL CARLOS VILLAR

Oda a la mesilla de noche

 

Siempre estás ahí,
vigía silente de mis sueños interrumpidos.
Mesilla de noche,
guardiana de secretos,
portadora de atributos
que
han desafiado el paso del tiempo.

 

Sobre ti reposa mi cuadernillo,
a la espera de perder su virginidad
por el lápiz del novicio a poeta.


Aguarda, paciente,
como quien sabe que la poesía llega
cuando la somnolencia pesa más que el cuerpo.

 

Una radio tose jazz añejo.
Gafas, aparcadas
y dispuestas a descifrar los sueños.
Pañuelos arrugados,
últimos soldados contra el resfriado.

 

En tus cajones gruñen historias olvidadas,
reliquias de nadie,
útiles solo para el polvo.

 

Pero tú, fiel mesilla,
guardas, esperas y callas.
Es ahora cuando el poeta despierta
y cosecha la siembra del lápiz,
ráfagas atrapadas entre sueños,
harapos de un alma que no duerme,
y escribe,

por fin,
lo que la noche te confió.

 

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