cierre

Dejé que el amor me destruyera en mil pedazos,

dejé que me rompiera el corazón y los brazos.

Dejé que me destrozara el alma,

que de mí todo derrumbara.

Dejé que el amor me quitara el sueño,

que me perforara el pecho

y que por ahí pasara el frío 

que queda cuando el amor acaba,

y solo queda el silencio y las dudas.

Dejé que el amor consumiera todo de mí,

dejé que tuviera un rostro que se pareciera a ti;

quería que tuviera tus ojos y tu voz,

que tuviera tu cuerpo y tu corazón.

Dejé al amor hacer lo que quisiera,

que me diera alegrías, que me diera penas,

dejé que se fuera, lo dejé regresar.

Dejé que el amor me rompiera sin piedad,

que me dejara una grieta por la mitad.

Dejé que me habitara, dejé que me sanara,

que me quitara de los ojos la venda

porque al destruirme me despertó;

tiró los muros de mi egoísmo 

y descubrió cosas de mí que tenía ocultas,

años manteniéndolas en la oscuridad 

y solo el amor las logró desempolvar.

Las lágrimas de alegría y de rabia,

los abrazos largos,

los besos apasionados y sinceros,

los insomnios con nombre y apellido,

el descanso en brazos de un compañero.

Dejé que el amor me destrozara,

dejé que el amor me transformara,

lo dejé tomarme a su voluntad

porque al destruirme, al quebrarme

el amor fue lo mismo que me salvó.