Quería sentirme amada, no usada.
Volaba en una nube llena de dulzura, pero que desesperadamente lloraba amargura.
Mi mente pensaba, mi corazón latía, mi alma se estremecía y mi cuerpo gemía.
En medio de todo, me sumergí en mis pensamientos sin enfocarme en nada más que ello. ¿Valía la pena dejar entrar en mi figura a un ser por la más pequeña, frágil y bondadosa de las rosas? —pensé— al borde de la eterna aflicción.
Disfrutando estaba, mientras yo anhelaba más allá del tocar su coraza.
Deseaba sentirme amada, visible, apreciada.
Deseaba una rosa, un tulipán o quizá tan sólo un lirio...
“Demuéstrame, te lo suplico, te ruego, por favor, por favor; no solamente tócame, también ámame.” —pensaba yo, ingenuo ser que, sin saber, sólo la tomaron por placer.
Comentarios1
Aplausos a tu inspiración.
Cariños.
Ruben.
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