Te dedico de la yuya, su canto
también su indumentaria colorida
esa que presume con elegancia
los candores propios de la alegría
y despierta en mí, un suspiro dichoso
que ha nacido bajo este dulce día
el amor que, por ti, madre, ha surgido
y me hace escribirte esta poesía.
Te dedico mis anhelos de niño
mis sueños, ilusiones, mis olvidos
aunque mi sonrisa sea la misma
y mis ojos reflejen mi destino
y mis pasos me lleven a la senda
del buen yucateco, que agradecido
con su linaje entre sus pies y lengua
mi nombre lleve un altivo apellido.
Me abrigaste cuando hubo mucho frío
estando enfermo, tú, te desvelaste
y luchando contra las inquietudes;
siendo un adulto siempre me cuidaste,
como pagarte este inmenso cariño
y el peso de ser madre que cargaste
¿cómo ser para ti un amor completo?...
madre dime, ¿con que debo pagarte?
Eres mi arte poética y mi musa
la piel morena que me enorgullece
la inspiración que me llena y condena
a esta alma poeta que desfallece,
permitiéndome este sublime esquema
de compartir el beso que florece
en el jardín de mi alma libre, inquieta
y estas manos que tu vida merece.
Dulce amor que nace con la aurora
que dentro de su vientre me dio vida
mágica mujer, lleva una corona
de laureles que simbolizan lo linda
que siempre está, no se compara su amor
ella es una marea, es una encendida
hoja que viaja y derrama su carisma
entre la gente, y sus ojos te anida.
Eres mi canto, mi fugaz estrella
te dedico este abrazo de cobijo
eres la letra que rige el poema
y despierta la grandeza de tu hijo
y junto al mar que en mi boca profesa,
tu cariño será el que siempre elijo
para adornar mi alma de luciérnagas
y este regalo tuyo; el crucifijo.
Déjame hacerte con este ramaje
el nido por el cual debes merecer
un nido de sonrisas que he de plegar
en las constelaciones de mi haber
cielo lindo, sol de brillante luz
haz que termine el daño del ayer
madre mía, madre de mi corazón
con estas letras siempre te tendré.
Eres la paz después de la guerra
con tus imperfecciones y virtudes
te amaré más, incluso en la asedia
maldad que habita en esta hermosa tierra
no importa pelear con un enjambre
de furiosas y letales abejas
prefiero morir, luchando de pie
para verte sonreír mi reina.
Yo te dedico mi arte de escribir
te dedico mis horas inconclusas
te dedico mis horas de dormir
y mis besos de rocíos y rosas.
Te dedico mis palabras, morena,
mujer yucateca humilde y bonita
te dedico mi corazón entero
con un hipil floreada y bendita.
Te dedico estos altos pendones
los rezos a Jesucristo, tu salvador,
a la virgen que tanto la quieres
y mi vida de poeta con este son.
Al invocar tu presencia recordaré
que tuve a mi madre conmigo, fulgurante,
que siempre en mi corazón te tendré
y en la eternidad madre estarás, lo sé.
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Autor:
David Pech (Seudónimo) (
Online)
- Publicado: 12 de octubre de 2025 a las 00:13
- Categoría: Amor
- Lecturas: 1
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