Tiempo infinito de Luz en tu mirada

EDGARDO



I.

Parece que fue ayer, mi Dunia, mi fulgor,

Cuando el alma tembló con la primera cita,

Y una promesa dulce, llena de fervor,

Nació donde la vida antes era marchita.

II.

Un año ya, y la cuenta se me antoja efímera,

Como un suspiro breve en la infinita calma,

Si cada instante contigo es la verdad postrera,

Y el tiempo se doblega por colmar nuestra alma.

III.

Dijimos un "sí" mudo a la pasión latente,

A ese fuego escondido que el pecho ya guardaba,

Y de aquel juramento, eterno y transparente,

Brotó la primavera que el invierno esperaba.

IV.

¡Oh, mi Ángel de luz, los gélidos inviernos

Cedieron su reinado al sol de tu presencia!

Terminaron las sombras, los días taciturnos,

Y halló mi corazón su pura trascendencia.

V.

Por eso hoy elevamos, con el alma henchida,

Con una oración tierna que al cielo va a ascender,

La súplica ferviente por esta nueva vida,

Para que Dios la cuide, para que pueda ser.

VI.

Gracias por ese instante en que tu mano encuentro,

En la noche más honda, sin buscar mi llamado,

Eres el refugio fiel, el más seguro centro,

El faro que no falla, por siempre iluminado.

VII.

No importa si la dicha nos alza en su vaivén,

O si el hondo quebranto nos anuda la voz;

Tú estás, sin un reproche, mi dulce amada, mi bien,

El eco que responde a mi más íntimo sollozo.

VIII.

En la duda que muerde, en el dolor que hiere,

En la alegría plena que desborda el sentir,

Tu apoyo incondicional, amor, siempre prefiere

Quedarse a mi costado, junto a mi vivir.

IX.

¡Qué sublime regalo poder tener el don

De cuidar tu existencia, de ver tu despertar!

De ser el custodio de tu noble corazón,

Y en tus ojos de cielo mi amor poder mostrar.

X.

Tus pasos son la senda que mi espíritu guía,

Tu voz es el arrullo que la calma me da,

Y no hay sobre la tierra mejor melodía

Que el sílabo sagrado de tu nombre, mi amada.

XI.

Es cierto, amor, es cierto, que esta llama divina

No vive de promesas ni de un ciego querer;

Requiere de la ofrenda que es diaria y cristalina,

De actos que le den vida, la sostengan y hacer...

XII.

Que cada amanecer sea un lienzo pintado

Con las pruebas fervientes de esta honda verdad:

Que con hechos se grite: "¡Te amo!" sin descanso,

Y se ahuyente la sombra de toda soledad.

XIII.

Si la palabra miente o se vuelve vacía,

El gesto noble habla, el alma se desnuda,

Y el don de la caricia vence a la agonía,

Y el beso sella el pacto sin sombra de duda.

XIV.

Yo te amo con la fuerza de un río que no cesa,

Con la melancolía que el poeta aprendió,

Con la dulce pureza que el tiempo no regresa,

Y con la vida entera que en ti se completó.

XV.

Tu nombre es la estrofa que repite mi aliento,

Tu recuerdo la música de mi eterna canción,

Eres el alma mía, mi claro pensamiento,

La dulce Rima LIII que habita mi pasión.

XVI.

Recuerda: mientras haya suspiros y esperanza,

Mientras el sol se vista con rayo matinal,

Mientras mi ser te nombre con fiel perseverancia,

Nuestro amor será eterno, será fundamental.

XVII.

Por este aniversario, por el sendero andado,

Por el que queda abierto a nuestro tierno andar,

Te ofrezco el corazón, sin mancha ni pecado,

Donde solo tú habitas, donde quieres morar.

XVIII.

Que Dios siga tejiendo los hilos de esta unión,

Que el tiempo se detenga al ver tanta belleza,

Que en cada amanecer se renueve la bendición,

Y florezca el amor con dulzura y certeza.

XIX.

Mi Dunia de los Ángeles, no es solo un año contado,

Es la vida renaciendo en la aurora de ti.

Es el pasado oscuro al presente olvidado,

Y un futuro que empieza, dichoso y sin fin.

XX.

¡Gracias por tu existir, mi eterna compañera!

¡Que esta fecha de dicha se vuelva tradición!

Y que el amor nos guíe hasta la postrera esfera,

Con la misma pasión y la misma devoción.

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