Ese día, el mundo se rompió en mi pecho y nadie lo notó.
Seguí caminando, como quien arrastra los restos de una casa sin techo.
El sol brillaba afuera, pero dentro llovía despacio, como si mis huesos supieran que no era momento aún para derrumbarse.
No lloré, no porque no doliera, sino porque si lo hacia temía no poder detenerme jamás.
-
Autor:
Antonio Campos Bustos (
Offline)
- Publicado: 10 de octubre de 2025 a las 00:43
- Categoría: Triste
- Lecturas: 11
- Usuarios favoritos de este poema: ElidethAbreu, Mauro Enrique Lopez Z., Jaime Correa
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.