Entre el deseo y la prisión de mi mente,
nace la sombra de la que no puedo desprenderme.
Es un susurro frío que se aferra al alma,
una condena que no entiende de calma.
La libertad es un sueño que se escapa,
porque al final la sombra siempre atrapa.
Quisiera ser dueña de mi propio silencio,
romper las cadenas que cargo por dentro.
Pero el yo que soy no cede terreno,
se aferra al miedo, lo llama consuelo.
Y cada intento de cambiar mi esencia,
es otra herida que olvido fingiendo.
Me canso de alzar guerras en mi pecho,
de intentar ser luz en un rincón deshecho.
Cada batalla me deja más rota,
el "volver a empezar" es una derrota.
El mundo exige rostros que no tengo,
espera respuestas que apenas sostengo.
Me disfrazo de firmeza y sentido,
pero adentro soy solo ruido perdido.
A veces solo quiero ser silencio,
ya no quiero forzar otro intento.
Dejar de pensar, de doler, de esperar,
desaparecer sin tener que explicar.
¿Cómo se acepta lo que no se elige?
¿Cómo se ama lo que duele y persiste?
Ser uno mismo puede ser condena,
cuando el alma no encaja en su propia pena.
Quise ser otra, pero me encontré siempre igual,
prisionera de un yo que no puedo cambiar.
Acepto el peso de mi propia insuficiencia,
aunque queme, aunque duela, aunque me venza.
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Autor:
ewka (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 9 de octubre de 2025 a las 15:38
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 21
- Usuarios favoritos de este poema: Carlos Baldelomar, Lualpri, sardach, Mauro Enrique Lopez Z., Poesía Herética
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