El sueño

Tinta Celeste

Tuve un sueño raro. Soñé que viniste a casa, cocinaste empanadas y después fuimos a comprar a Varela. De pronto empezó a llover muy feo, y para refugiarnos entramos en una casa abandonada. Ahí todo se volvió extraño.

Salían fantasmas, sombras que nos seguían, y no nos dejaban salir. Desde afuera la casa parecía pequeña, pero por dentro era enorme, un laberinto de paredes viejas y húmedas. Vos no me soltabas la mano, temblabas de miedo.

 

De repente apareció una señora. Su voz sonó firme, casi como una sentencia:

—Solo una puede salir. La otra debe quedarse conmigo.

Yo te miré y te dije:

—Yo me quedo. Salí de acá y no vuelvas a entrar.

Te pusiste a llorar, no me soltabas la mano. Tuve que hacerlo, tuve que soltarte a la fuerza para que te fueras y no te pasara nada malo. La vieja abrió la puerta y, entre lágrimas, te empujé para que salieras.

 

Cuando la puerta se cerró, adentro todo se volvió oscuro y frío.

Después, poco a poco, empezó a entrar una luz. La casa vieja cambió: las paredes rotas se tiñeron de rosa y verde, el aire olía a flores, y en una mesa una familia sonreía mientras comía.

La señora estaba allí también. Era la abuela de esa familia. Me miró y me hizo un gesto para que me sentara. Me sirvió un plato lleno de comida… pero no era real. No tenía olor, ni sabor, ni peso. No podía comerla.

 

Ellos hablaban, reían, actuaban como si estuvieran vivos.

Entonces la vieja me miró a los ojos y me hizo entender la verdad:

que yo iba a morir de hambre, que iba a quedarme allí para siempre,

que pronto iba a ser una de ellos.

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Comentarios +

Comentarios2

  • Salvador Santoyo Sánchez

    Sueño al fin.
    Saludos poeta Celeste

  • Lualpri

    Poeta...

    Gracias por tu sueño compartido.
    Buenas tardes.



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