Los controladores del wasap

Adoradom



Esas personas, que ni de su sombra,

E incluso de sus parejas, se fían,

Aquellos que mal piensan,

O que piensa él,

Que le critican.

Esas personas,

No viven, ni dejan vivir en paz,

Si no miran los wasaps,

No duermen bien,

Sea autorizado o no,

Por la víctima,

Si o si, tiene que verlos,

Sin que sea su móvil,

Prefiriendo, los teléfonos de familiares,

Parejas, esposos,

Esposas, novias o novios.

Mal hecho,

Violan su intimidad,

Sin respetar nada,

Salvo su propio ego,

E incluso, sin permiso,

Cegados están,

Por mirar la información,

Relacionada con ellos,

O un tercero,

Ojean los mismos,

Pasando los que le interesa,

Al teléfono móvil del autor,

Para modificarlo,

O utilizarlo,

Después contra la víctima,

O para ponerle en contra,

A los seres más queridos,

Estas personas,

Son celosas,

De otras personas,

Con quien hablamos,

Tomamos café,

Sin ninguna intención,

Pero en su mente,

Piensa en infidelidad,

No siendo cierta,

Todo por sociabilizar,

Con un triste café,

Estas personas,

Enfermas están,

Obsesionados por todo,

Muy desconfiados,

Estresados por saber,

Que dice el mundo de él,

Deseando ver el móvil,

De la persona que se deja,

Que no dice “NO”,

Por miedo,

Tras ser manipulada.

Estas personas,

De nadie se fían,

Mal piensa de todos,

Mientras el desconfiado,

Prefecto se creé,

Aunque como un trapo,

A todos ponga,

Cuando a la calle salga,

Desconociendo o no,

Que un delito comete,

Al mirar el wasap ajeno,

Sin permiso alguno,

Hasta que, en el Juzgado,

Se ven denunciados

O detenidos,

Pasando unos días,

En calabozos,

Por malos tratos psicológicos,

Violencia doméstica,

O terminando en prisión, incluso.

Ya, el arrepentimiento,

No es válido,

Porque siempre caen,

Un psicólogo necesita,

Si no, solos, se marchitan,

Ellos se lo buscan,

Y así terminan.

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  • Autor: Adoradom (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 8 de octubre de 2025 a las 09:59
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 13
  • Usuarios favoritos de este poema: Mauro Enrique Lopez Z.
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Comentarios1

  • La Hechicera de las Letras

    Esto no es un invento ni una exageración poética: es la exposición de una realidad que muchos callan. Esas personas que viven y respiran para vigilar, revisar y controlar, no lo hacen por amor ni por cuidado; lo hacen por miedo, inseguridad y ego desbordado que se les cae. Sus celos son patológicos, su paranoia infinita y su necesidad de control se convierte en un veneno que arrastra a todos los que tienen cerca. Creen que el mundo les debe lealtad absoluta, que cada café, cada mensaje, cada gesto ajeno es una traición potencial. Su obsesión los ciega y los hace cometer delitos, invasiones de intimidad, manipulación y daño psicológico. Al final, inevitablemente, caen: en denuncias, en calabozos, en soledad. Porque el mundo no tolera para siempre a quienes rompen los límites ajenos por su propio capricho.


    Pero no basta con señalar a depredadores, es de que sirve. La tragedia se multiplica por quienes lo permiten. Aquellos que callan, que justifican, que normalizan la vigilancia como “preocupación” o “amor”, son cómplices silenciosos. Dan luz verde a la obsesión, alimentan la paranoia y extienden la cadena del daño. La permisividad es un arma en manos del controlador: mientras haya quien ceda, habrá quien espíe; mientras haya quien tolere, habrá quien abuse.


    Quien controla, quien espía, quien destruye la intimidad, no solo se destruye a sí mismo, sino que siembra ruina a todos a su alrededor. Quien permite, quien calla, quien justifica, no es inocente: es cómplice de la corrupción del alma y de la violencia disfrazada de amor. Al final, ambos terminan pagando y cuando la máscara cae, la justicia del mundo—o del tiempo—los aplasta sin piedad, dejando sus vidas rotas, sus relaciones en cenizas y su legado convertido en desprecio.


    La Hechicera de las Letras.

    • Adoradom

      Buenas noches, tienes mucha razón por desgracia, un saludo.



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