En espera de un azar

Manuel Vázquez

Susurran remembranzas olvidadas,
esas nubes grises y desgarradas.
Con la luz índigo de sus escalas
el cielo no desmiente su agonía;
yo tampoco desmentiré la mía.
Una parte de mi ser se extravía
en el sereno ocaso de mis alas.

Un aroma ilusorio me cautiva,
la cicatriz imborrable de un beso,
los agrios labios de la soledad.
Son fotogramas en blanco y negro:
antes eran brácteas de buganvilia.

Cautivado, extraviado, enamorado:
perdido en el laberinto del vértigo.
Se rasgan las paredes del silencio;
se desnudan de fuego las memorias.
Se vuelve, uno mismo, dolor ajeno.

Espero con paciencia, ya sin tiempo,
a que el aire me devuelva un nombre,
con la misma voz que solía amar,
proveniente, ahora, de ningún lugar,
de ningún sentido.

Es un temor suicida el alba.
No quisiera que amanezca.
Espero a nadie en la nada,
y sucumben ante el dolor
las cenizas de mi corazón;
sucumben ante lo inexorable,
ante la indeterminada espera
de un azar.

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