Un galán, muy engalanado,
Por un camino, va caminando,
Presumiendo de poder,
Sin tener nada que roer,
Tan solo fachada,
Toda desgastada,
Muy altanero,
Y egocentrista,
Subido a un viejo rocinante,
Con montura marcada,
Con escudo inexistente,
Simulando una familia,
Que no existe,
Y espada,
Sin valor, Para nada,
Queriendo pareja obtener,
Con deudas, que es de prever.
Por el camino, curiosamente,
Una doncella,
Cruzose con él,
Camino de la aldea,
En una mula,
Muy chula,
Con alforjas y fardos,
Con intención de comprar,
Y llenar, de productos para su señora,
Despacio y sin prisa,
El galán, a su altura para,
Y a la doncella, a su parecer,
No le gusta su cara,
En principio,
Y una conversación, comenzó,
Caballero,
Que buenas trae de la capital,
Aquella a la que deseo llegar.
Mi señora,
Ninguna traigo,
Que buena sea,
Ni mala, tampoco,
Más, ninguna traigo,
Pero suerte tengo,
De presenciar vuestra belleza,
Y engalanados ropajes,
Parece una princesa,
Cuando a palacio, va,
Con una montura,
Muy liviana,
Y perfecta para vos,
Parece que, del cielo,
Un ángel muy lindo,
Ha bajado.
Tan solo eso, caballero,
Según veo, donde caerse muerto,
No tiene,
¿de qué presume?,
Por lo que veo,
Nada especial veo,
Y si así, conquistarme quiere,
Apártese y déjeme continuar,
Nada mas tengo que hablar con vos.
Tiene razón, mi señora,
No tengo riquezas,
Ni trabajo, y vivo del cuento,
Y es más busco a viuda rica,
O soltera adinerada,
Más mis ropajes,
Prestados son,
Para devolver,
Pero poseo un gran corazón,
Lleno de amor.
Una oportunidad le daré,
Si para cuando, nos veamos,
Una próxima vez,
Espero que tenga trabajo,
Dinero, poder,
y saber seducirme,
Por cierto, las vestimentas,
Mejor que las ahora,
De tiempo, una semana,
En este mismo sitio.
De acuerdo, mi señora,
Así lo haremos,
Espero que cuando llegue
el momento, acepte.
Conformes quedaron,
Y el camino continuaron.
Rumbo a cumplir,
Lo convenido,
El caballero, llego a su aldea,
Buscando trabajo,
Encontró,
Muy ofuscado,
Hasta que empezó,
Comenzando del más duro,
Al más adecuado,
Le costó sus esfuerzos,
Sudores y dolencias,
Ascendiendo duramente,
Muy motivado,
Y obteniendo beneficios,
Gracias a su trabajo,
Y eficiencia,
Montando tiendas,
Por doquier,
Con empleados,
Y clientes variados,
De otros lares,
Inclusive.
Llego el día,
Ambos se encontraron,
Buenos días, caballero,
Tal como acordamos,
En el lar estamos,
Bien engalanado viene,
Con buena presencia,
Y buena bolsa de monedas,
Muestra,
Colgado de su cintura,
Ahora sí, me puede pretender.
Pues siento decirle, señora,
Que, tras su desprecio,
He cumplido, crecido,
Y enriquecido,
Gracias a vos,
Una persona de renombre,
Me volví,
Soy conocido, por el mundo,
He adquirido poder,
Y buena educación,
Pero comunicarle debo,
Que, durante el transcurso,
De mi madurez,
Encontré mujer,
Con la que me despose,
E hijos, también tuvimos,
Me valoran, nos amamos,
Y no hay desprecios, ninguno,
Le deseo mucha suerte,
Y que algún día,
Su media naranja aparezca,
Hoy, tal como quedamos,
Me persone,
Para comentarle,
Mi futuro,
Sin vos, en mi vida,
Gracias, le doy a vos,
Por semejante empujón,
Que fructífero fue,
Y a empresario, me elevo.
Buena suerte,
Y que sepa, que soy feliz,
Adiós, mi señora.
Continuando viaje, sin mirar atrás,
Y la doncella, enfadada,
Mil perjurios, le dedicaba,
Pero el caballero,
Oídos sordos, hacía,
Mientras a su casa, volvía.
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Autor:
Adoradom (Seudónimo) (
Offline) - Publicado: 6 de octubre de 2025 a las 10:47
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 9
- Usuarios favoritos de este poema: Mauro Enrique Lopez Z., Antonio Pais, El Hombre de la Rosa

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