La geometría del frío cincelaba el aire,
y el sutil matiz azul se partía en aristas de sal,
el tiempo se hizo lámina, delgada y translúcida,
donde la luz de nadie habitaba un umbral.
El acné del espacio era un lienzo vacío,
la duna, un pulso quieto en el ámbar del cosmos.
De pronto, un prisma negro rompió la vasta seda,
una tensión elíptica de contornos ignotos.
El agua no era espejo, sino un eco invertido,
la acequia, una herida que reflejaba el Ser,
y en esa vibración, la forma se hizo audible,
una blancura líquida que el éter osó poseer.
Los ojos fueron pozos de gravedad antigua,
centros de un huracán que la piel no conocía,
un gesto fue una clave, descifrando la sombra,
y la distancia se deshizo, como efímera arcilla.
El contacto fue la alquimia, el punto cero exacto,
donde dos frecuencias armonizan su vuelo,
la memoria se hizo tacto, un núcleo que germina,
y el desierto se elevó, en un cántico paralelo.
Fuimos la ecuación que la noche resolvió,
un incendio de líneas sobre el frío formal,
y al amanecer del alma, solo quedó la huella:
la abstracción de ser uno, en un escenario astral.
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Autor:
Leoness (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 5 de octubre de 2025 a las 13:04
- Categoría: Amor
- Lecturas: 10
- Usuarios favoritos de este poema: Henry Alejandro Morales, Lualpri, Mauro Enrique Lopez Z., Annabeth de León
Comentarios1
Hummmm..no se qué decir
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