Mi alma está ausente, mi alta está perdida
mi alma está corrompida, mi alta está inerte,
pues para mi mala suerte, la llama está encendida
y para mi cuerpo está vendida mi alma a un duende.
Mi cuerpo era un templo, mi cuerpo es la nada
mi tristeza la acompaña, mi dolor es muy terco
porque el vicio lo tengo, las mujeres que me engañan
así llevo mi cuento, así llevo el duelo y la nada.
Es muy confuso lo que siento, está enredada,
parece que la maraña me deja sin escrúpulos
sin embargo, escupo y luego dejo todo por la mañana,
para que la araña de mi muerte no tema a los estúpidos.
Cuando yo esté muerto, denle gracias a la vida
porque si no fuera de la vida, yo ya estaría hecho
un cadáver en mi lecho, con las sábanas corroídas
o mejor dicho un desierto; una momia bendecida.
Mi alma está ausente, mi alma está perdida
y de perdida no hay más que yo cuente,
cómo es que la presente se vuelve poesía;
de mi ganas sobre cogidas de mi valiosa muerte.
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Autor:
David Pech (Seudónimo) (
Online)
- Publicado: 4 de octubre de 2025 a las 16:30
- Categoría: Triste
- Lecturas: 14
- Usuarios favoritos de este poema: Antonio Pais, ElidethAbreu, alicia perez hernandez, Mauro Enrique Lopez Z.
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