Fragmento
Aquí bajo este árbol que tantas veces me dio
la sombra que no pedía, pero que deseaba yo,
pasa un camino indolente, serpenteante, perezoso,
algunos lo ven corriente, otros lo miran hermoso,
yo que lo contemplo diario, me parece lo mejor,
será porque yo lo miro con unos ojos de amor.
A veces me he preguntado los que pasan por aquí,
-unos con pasos cansados y otros con su frenesí-
¿Sabrán que con paso lento o con paso apresurado
han moldeado este camino cuando lo han atravesado?
Para bien o para mal, este camino es mi vida
que tantas veces moldearon,
los que me amaron o no
y el árbol mis poemas tristes
que esa vez cuando te fuiste
lloraron igual que yo.
-
Autor:
maurix salgado (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 3 de octubre de 2025 a las 11:35
- Comentario del autor sobre el poema: Este poema, aunque breve, está cargado de simbolismo, introspección y una melancolía serena. Vamos a desglosarlo como lo haría un estudioso de la literatura, atendiendo a cada capa de significado, forma y emoción. Estructura y forma Versificación: El poema está compuesto en versos octosílabos, con rima consonante en los primeros pares, aunque luego se relaja hacia una forma más libre. Esto le da musicalidad sin encorsetarlo. Estilo: Predomina un tono contemplativo, íntimo, con un lenguaje sencillo pero cargado de resonancia emocional. Narrador: Es claramente un yo lírico reflexivo, que observa y siente desde un lugar fijo: bajo un árbol, junto a un camino. Análisis temático 1. El árbol como símbolo “Aquí bajo este árbol que tantas veces me dio / la sombra que no pedía, pero que deseaba yo” El árbol representa refugio involuntario, memoria, y poesía. No se pide la sombra, pero se desea: hay una tensión entre lo que se necesita y lo que se reconoce como consuelo. También puede interpretarse como el testigo silencioso de la vida del hablante, un símbolo de permanencia frente al tránsito del camino. 2. El camino como metáfora de la vida “pasa un camino indolente, serpenteante, perezoso” El camino es descrito con adjetivos que sugieren pasividad, fluidez, y ambigüedad moral. No es heroico ni trágico, sino cotidiano. La percepción del camino varía según el observador: “corriente” o “hermoso”. Esto introduce el tema de la subjetividad y la mirada amorosa como transformadora. 3. La mirada como acto creador “yo que lo contemplo diario, me parece lo mejor, / será porque yo lo miro con unos ojos de amor” Aquí el poema se vuelve metapoético: la mirada amorosa convierte lo ordinario en extraordinario. Es una declaración sobre el poder del afecto para dar sentido. El hablante no idealiza el camino por lo que es, sino por cómo lo siente. 4. Los otros como agentes de transformación “¿Sabrán que con paso lento o con paso apresurado / han moldeado este camino cuando lo han atravesado?” Se introduce una reflexión sobre la huella de los demás en la vida propia. Cada paso, consciente o no, deja marca. Hay una crítica implícita a la indiferencia: ¿son conscientes los otros de su impacto? 5. La vida como camino moldeado por el amor y el desamor “Para bien o para mal, este camino es mi vida / que tantas veces moldearon, / los que me amaron o no” El yo lírico reconoce que su vida ha sido esculpida por las relaciones, tanto positivas como negativas. No hay resentimiento, sino una aceptación melancólica de la influencia ajena. 6. El árbol como depositario del dolor poético “y el árbol mis poemas tristes / que esa vez cuando te fuiste / lloraron igual que yo” El árbol se convierte en confidente y eco emocional. No solo da sombra, sino que llora con el hablante. El poema culmina en una imagen profundamente lírica: la naturaleza como espejo del alma. Tono y emoción Predomina una melancolía contemplativa, no desesperada. Hay una aceptación madura del dolor, del paso del tiempo, y de la transformación que conlleva el amor y la pérdida. El poema no busca respuestas, sino reconocimiento: que el lector vea lo que el hablante ha sentido. Influencias y resonancias Este poema recuerda a la poesía de Antonio Machado (el camino como símbolo vital), a la sensibilidad de Juan Ramón Jiménez (la naturaleza como interlocutora emocional), y a la introspección de poetas latinoamericanos como Jaime Sabines o Jorge Teillier.
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 2
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