¡¡UNA DE MIS PARTES!! Prosa autobiográfica

Mirta Elena Tessio


AVISO DE AUSENCIA DE Mirta Elena Tessio
ME AUSENTARE ESPORÁDICAMENTE-

 

 ¡¡UNA DE MIS PARTES!!

En la película ¡LA ÚLTIMA NOTA!

El protagonista TENIA FOBIA AL ESCENARIO

Y dijo recordando su pasado esto que sigue abajo, me hizo pensar mucho:

Un recuerdo amable puede borrar

cientos de miles de  recuerdos desagradables.  

 

Todos nacemos puros e inocentes.

Pero sin duda y sin miedo a equivocarme nuestro mundo

se encarga de borrar lo que traemos.

Pero aquellos que nacemos con la sangre alegre

dejamos una huella indeleble en nuestra propia memoria.

 Esto no va a ser un poema, sino unas de mis partes

que podría ser parecida a la de otra mujer u hombre.

Una parte mía, muy mía que les voy a contar.

podría llamarla, yo tuve una segunda infancia,

o las marcas del ayer.

Pero  aún no lo decido.

En mi segunda infancia aprendí a aferrarme al dolor

y desparramé en palabras rotas, las llagas negras

en la pared de mis recuerdos, eso es lo que hice edité

la amargura y le di paso a esa sangre alborotada

como la incipiente primavera.

Siempre he aparecido en mis letras como la niña

con la mirada triste, que se escondía detrás de la puerta.

De verdad lo hacía, no quería que me tomaran fotos, y en un escrito

que me escribió mi hija ella dice eso,

 ( mi mamá no quería que se las tomara).

 

Pero no mostraba mi otra parte, ese musgo del árbol

en quién me iba convirtiendo.

Literalmente era algo muy familiar para el árbol porque

siempre estaba trepada subiendo como una hormiga

desplazándome sobre sus ramas.

 

Me costó un poco abandonar las escenas que me marcaron.

Y no fui yo quien borró esa nube dolorosa de esa caja  que cerré para siempre.

Fueron los juegos infantiles cuando empecé a trepar la vida a mis seis años.

Incipiente me abrí camino en el vuelo de la hamaca, precoz en los juego de los varones.

¿ Qué podía hacer una niña con dos hermanos?

Mi papá se iba temprano, mi abuela se cansaba de nosotros, conmigo no tanto, antes de irse me bañaba y cambiaba con esos vestiditos con el moño atrás, ella los cocía con tela de algodón y con florecillas, éramos tres chiflados de 6, 8 y de 10 añitos.

Salíamos a la calle, yo a medio arreglar porque dentro de mi casa todo eran juegos, tenía una batería de cocina, cacerolitas de aluminio y tasitas, usaba detergente y salía espumante chantillí y llegaba el momento.

Yo seguía a  mis dos hermanos, descuidados un poco, eso no nos importaba, estábamos esperando a lo que hoy se podría llamar pandilla, pero muy diferente, ¡¡salvando las distancias!!

Los zapateros, eran unos niños rubios de ojos azules y desplanchados, eran hijos de un señor muy delgado

era polaco, de profesión zapatero, así es que  eran unos cinco zapateritos, nunca juntos, venían de a dos,

nosotros los de la casa de las palmeras, con escaleras al frente, marchábamos  hacia la esquina. Esas palmeras aún están al frente de una vereda escasa de verde, a mi casa ya no la derrumbaron, era de un estilo colonial,  y querían preservarla, como se preserva un museo, pero hubo gente que se opuso, ese es otro cantar.  

 Éramos un grupo a quien nadie quería al frente de sus veredas, la gente en ese entonces no lograban entender, éramos un manojo de sueños empujados por el viento de la inocencia.

Anita una de los zapateros y yo seguíamos al resto de los varones. No recuerdo quien decidía nada, Ana y yo siempre estábamos en el suelo.

Alguna mano perdida encontraba un simple palo y ya era la flecha de Cupido, bueno no tanto, una simple flecha

y las cosas se daban de manera natural, empezaba una correteada, los más chicos atrás.( Ana y yo por supuesto)

Siempre en nuestra vereda, la de los tessio, es mi apellido con minúscula, nadie nos daba permiso, nosotros tres 

sin mi abuela( porque mi madre ya no estaba, se fue a otro plano en mis cuatro años) y sin mi padre para nada nos sentíamos abandonados, vendrían seguro a las dos horas.

Rodeábamos mi casa  hacia el  fondo, un gran patio  que lindaba con mi vecino, a quien lo encontré de grande ( esa es otra historia), pequeñas montañas de aserrín frente a un puñado de niños con flechas en sus manos, adivinen el juego : eran  gigantes indios, seguramente  esas ideas salían de esas revistitas de la época, no creo que hayan sido el de los libros o sí ¿por qué no?.

Nosotras las niñas en las hamacas, los niños maquinando en sus cabecitas, preguntaron  con la manito haciendo de altavoz, ¿quieren venir a jugar?... nos apresaban, mis hermanos con mucho cuidado, y los zapateros a mi amiga Anita.

Éramos las prisioneras.  Ese juego de correr y pelearse con los palos duraba un montón,(un tiempo sin tiempo en la mente de unos niños deseosos de jugar) nunca vimos sangre pero Ana y yo nos desatábamos, terminaba cuando un papá venia a gritarnos para ir a comer.

Eso cuando había sol y no estaba mi abuela, mi padre era contratista en una empresa algodonera, su llegada o cuando volvía era tarde.

 

Contaré un poquito de lo que ocurría en los días de lluvias.

Todos en las escaleras del consulado, o congreso donde los más grandes hablaban, yo, ni la menor idea,  Ana  se probaba mi ropa.

El más audaz dejaba que la lluvia lo mojara, y muy progresivamente los demás se iban sumando al borde de la vereda, nosotras

queríamos y no y así estábamos, que si que no, luego nos íbamos acercando, nosotras al patio donde  hacíamos tortitas con el barro, hacíamos bolitas, en fin,  hasta ñoquis, debajo de las chorrientas hojas, los varones se juntaban y se pintaban la cara con el barro.

 

Después, no recuerdo mucho, estos son mis recuerdos pero me  los contaban mis hermanos.

 

Si recuerdo haber aprendido a andar en bici, la de mi padre, de hombre con un caño atravesado, las bici de las mujeres aún no estaban en mi memoria, primero (yo ya no me juntaba), mis manos en el manubrio y con un pie en el pedal y el otro para empujar. Me caí unas millonadas de veces, las marcas de ese entrenamiento no se borrarán jamás.

Después, las dos manos ya les dije, una pierna con el pie incluido buscando el pedal derecho y así me caí otras millonadas de veces.

Dos hermanos en el cole y yo sola con mi abuela, Ana no sé, seguro en otra escuela, aprendí lo indescriptible ( como por ejemplo subirme al techo de ese galpón. No sé como lo hacia otro árbol con ramas muy fuertes fueron escalones a un cielo con nubes blancas y con radiante sol, vi cosas que hasta ahora recuerdo, una enredadera de glicinas con flores que perfumaban el aire de nuestros veranos, flores como racimos, y otras flores con forma de campana, muy carnosas que solo se habrían de noche.

 

Recuerdo el patio, grande lleno, de árboles de naranjas amargas, mi abuela cocinaba mermelada, recuerdo la higuera con esos frutos  tan dulces, el árbol de la mora con los cuales me ensuciaba, el galpón en la parte de atrás al que le tenía miedo, había una ventana con rejas de alambre abeja, no se veía nada, pero la oscuridad me aterraba, ya de grande recuerdo que  se convirtió en la casa de un señor. Mi padre tenía una fábrica allí de alambre tejido, se llamaba  EL INDÚ, nunca olvidaré ese cartel que colgaba en la vereda, era un anuncio de unos de sus comercios.

Y me llegó el momento y tuve mi bici, con canastito, un timbre, un porta equipaje, pero no me gustaba andar por ahí con mis preciadas muñecas, porque yo no andaba sola, teníamos dos perros, Yiyo y Rita con mayúscula.

Y colorín colorado, como dice Rafael de León y otros tantos cuentitas, este cuento se ha acabado, aunque en rigor tengo recuerdos de mi padre, que contaré en otro momento, espero lo  disfruten. Ya lo publique antes pero le agregué algunos otros recuerdos que al reescribirlos me llegaron a la mente.

MIRTA ELENA TESSIO- POETA ¡ARGENTINA

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Comentarios +

Comentarios5

  • rosi12

    eran gigantes indios, seguramente esas ideas
    salían de esas revistitas de la época, no creo que hayan sido el de los libros o sí ¿por qué no?.

    Nosotras las niñas en las hamacas

    BELLA PROSA GRACIAS POR COMPARTIR QUE TENGAS UN LINDO DIA

    • Mirta Elena Tessio

      Muchas gracias rosi por leer mi relato.-abrazos.-

      • rosi12

        gracias a ti que tengas un buen día

      • Lualpri

        Querida Mirta...
        Gracias por compartir este pedacito de tu historia personal.
        Cuídate.
        Un abrazo.

        • Mirta Elena Tessio

          Hola querido amigo Luis te he salteado involuntariamente.- Con mis disculpas te mando un abrazote.-

        • MISHA lg

          gracias por permitirnos adentrarnos en una parte de tu vida poetisa
          gracias por compartir

          Recuerdo el patio, grande lleno, de árboles de naranjas amargas, mi abuela cocinaba mermelada, recuerdo la higuera con esos frutos tan dulces, el árbol de la mora con los cuales me ensuciaba, el galpón en la parte de atrás al que le tenía miedo, había una ventana con rejas de alambre abeja, no se veía nada, pero la oscuridad me aterraba, ya de grande recuerdo que se convirtió en la casa de un señor. Mi padre tenía una fábrica allí de alambre tejido, se llamaba EL INDÚ, nunca olvidaré ese cartel que colgaba en la vereda, era un anuncio de unos de sus comercios.


          besos besos
          MISHA
          lg

        • JUSTO ALDÚ

          Tu relato se siente como un cofre abierto de memorias, donde cada objeto —la hamaca, las cacerolitas, las escaleras, las palmeras, los juegos con los zapateros— conserva la vibración intacta de la infancia. La voz mezcla la nostalgia con la ternura, y en ese vaivén aparece la niña de mirada triste que, al mismo tiempo, trepaba árboles como hormiga y reinventaba el dolor en palabras. La fuerza de tu escritura está en ese contraste: la herida y el juego, la pérdida y la risa, el miedo y la aventura. Es un testimonio que no solo revive escenas, sino que transforma la memoria en un espacio literario donde la vida vuelve a respirarse con frescura.

          Un gran abrazo,

          • Mirta Elena Tessio

            Gracias querido Justo
            Abrazos del alma, me has comprendido.-Más no todo es lo que parece.-
            Me dijeron que era un bicho raro. jejeje, es posible, todos lo fuimos alguna vez.-

            • JUSTO ALDÚ

              Como psicóloga lo sabes. No podemos vivir de acuerdo a lo que digan o dicen los demás.

              Un abrazo.

            • Andiuz

              Una infancia feliz. Saludos.

              • Mirta Elena Tessio

                Segùn la lente con que lo mira.-Saludos cordiales.-



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