ENTRE TU CAMA Y LA MIA

Luis de leon

 

 

Capítulo I – El descubrimiento

 

Él gritó al verla regresar con la sonrisa intacta:

—¿De dónde vienes? ¿Por qué hueles a otro aire?

Ella no tembló, ni bajó la mirada.

—De donde ya no existes tú,

donde mi cuerpo vuelve a latir.

 

El amante lo recuerda en silencio:

"No se disculpó, porque nada debe,

porque no me roba, simplemente me busca.

Tú la descubriste, sí,

pero lo que no entiendes

es que conmigo se encontró a ella misma."

 

 

---

 

Capítulo II – La explicación

 

Él insiste con rabia:

—¡Me engañaste! ¡Eres una cualquiera!

Ella, con voz de acero:

—Me engañé primero contigo,

con tu rutina de gritos,

con tu beso vacío,

con tu espalda siempre lejana.

 

El amante la defiende en sus pensamientos:

"Mientras tú le gritabas,

yo la hacía gritar.

Tú le dabas la espalda,

yo se la acaricié.

Tú la llamaste loca,

yo la volví loca… pero de placer."

 

 

---

 

Capítulo III – El deseo confesado

 

Una noche ella susurra en la penumbra:

—Con él duermo sin sueño,

pero contigo no cierro los ojos,

porque no quiero perderme un segundo.

 

Él, el amante, responde con crudeza:

—Aquí no vienes a obedecer,

vienes a desatarte.

Aquí no eres “la esposa”,

eres la mujer que muerde,

la que gime,

la que me arranca el aire.

 

Y ella gime entre sus palabras:

—Hazme olvidar que aún tengo dueño,

hazme sentir que soy libre en tu cuerpo.

 

 

---

 

Capítulo IV – La rabia del esposo

 

El esposo insiste, con dolor envenenado:

—¡Te di mi nombre, mi casa, mi lecho!

Ella lo fulmina con los ojos:

—Me diste tu indiferencia,

me dejaste sola,

me besaste sin ganas,

me tocaste sin alma.

 

Y el amante se mete, directo,

ya sin miedo al enfrentarlo:

—Lo que tú hiciste a fuerza,

ella me lo da con furia.

Lo que tú apagaste,

yo lo incendié hasta quemarla.

¿Quieres entenderlo?

Aquí no hay obligación:

a mí me suplica,

contigo suplicaba que no.

 

 

---

 

Capítulo V – El regreso del brillo

 

Ella frente al espejo se descubre distinta:

—Mis ojos vuelven a brillar,

ya no soy la sombra de antes.

Él me devolvió la risa,

la piel erizada,

la sangre hirviendo.

 

El esposo no lo soporta:

—¿Qué tiene él que no tenga yo?

Ella lo sentencia sin temblar:

—Contigo sobrevivo,

con él me divierto.

Contigo soy estatua,

con él, incendio.

 

 

---

 

Capítulo VI – La verdad desnuda

 

El amante le susurra mientras la tiene entre sus brazos:

—¿Te queda claro, o sigues confundido?

Ella ya no duda:

—Él tiene mi cuerpo en papeles,

pero tú tienes mi verdad en la piel.

 

El esposo observa desde su ruina:

—¿Y qué de tu corazón?

Ella cierra los ojos y confiesa:

—Lo perdí,

se lo di a quien me acaricia,

a quien me escucha,

a quien me mata y me revive en la misma noche.

 

Y el amante la reclama como suya:

—Ella tiene mis datos,

mis secretos, mi corazón.

Y aunque regrese a tu cama al amanecer,

cuando caiga la noche

volverá a mí,

volverá a perderse,

volverá a gritar…

pero de placer.

Ver métrica de este poema
  • Autor: Luis de leon (Offline Offline)
  • Publicado: 3 de octubre de 2025 a las 01:26
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 3
  • Usuarios favoritos de este poema: Antonio Pais
Llevate gratis una Antología Poética ↓

Recibe el ebook en segundos 50 poemas de 50 poetas distintos




Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.