La piel reseca era bañada
por pocas lágrimas saladas
que los ojos tristes lloraban
copiosas y desafinadas.
Un hombre bueno se acercó
enjugando las gotas tristes
y con un abrazo muy fuerte
de alegría la contagió.
Él añadió la melodía
al pentagrama de su cuerpo,
reviviendo las notas débiles
haciendo una hermosa canción.
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Autor:
Anna Gutiérrez. (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 1 de octubre de 2025 a las 20:42
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 5
- Usuarios favoritos de este poema: El ala de la abeja, Salvador Santoyo Sánchez
Comentarios1
Precisos versos nos regalas hoy,
Un saludo compañera
Gracias!
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