¿Cómo le digo a mi pasado que te extraño, Belem?
Te amo como nunca he amado a ninguna mujer, te me haces tan hermosa, pero me duele tanto poder mirar en tus ojos la indiferencia, la nada misma que me invade como llovizna, como no sé… no sé qué soy, no sé qué soy sin ti, Belem. Soy una especie de hombre que lucha por no morir, un hombre que vive sin ya vivir, y lo único que alimenta sus días es el breve recuerdo del amor real que viví contigo. Y ahora estoy en un ataúd hasta el fondo escondido y tú estás arriba, sin pala ni pico, tú estás arriba besando a otro tipo, dándole ese amor, ese amor que era mi abrigo, y yo tanto que te abrigo, y yo que ya tiré todos tus objetos y fotos, pero aun así siguen aquí conmigo. Oh, qué tristeza tengo, qué tristeza tengo, Belem, Belem, Belem, Belem, Belem… no sé si llorarte como un bebé que perdió su chupón o llorarte como un hombre que perdió el amor de su amada, ambos duelen tanto, casi como una daga, y yo solo quiero tus ojos otra madrugada, por favor, tus ojos otra madrugada, tu sonrisa que aún extenuada iluminaba girasoles, esa que inseguridad te daba, dámela, dámela.
Vida, dame a esa mujer de porcelana que era más fuerte que el diamante, dame espacio entre sus sueños, ya no quiero vivir en el vacío de su mente.
Tengo que ser fuerte:
el mundo no se acaba
porque nuestro amor yace inerte;
y en verdad, ya no somos dos,
soy solo yo,
quedándome en este cuarto presente
Ahora rozas otros labios, ahora estás pensando en otra mente. Entiendo que hice mal, entiendo mis errores, mas no entiendo cómo pasaste de amarme con toda tu vida a en tu vida jamás amarme. No sé, Belem, no sé, cómo se fue apagando todo lo que sentías por este hombre: sueños que no tenía, metas que no tenía, celos, inseguridad, temía que te fueras con otro, vivía en una constante baja autoestima, mi cabeza siempre se inundaba de sexo, salidas cero, todo el día pegado a ti como un chicle, sin amigos, incluso alejando a mi propia familia.
No me amaba a mí mismo, pero te amaba a ti, no sé de qué puta manera puede pasar eso, pero te amaba a ti, Belem. De que prometí amarte siempre ese cuatro de septiembre y lo tengo grabado en el pecho y en la mente. Hoy estamos 30 y ese cuatro los dos estábamos en otro ambiente, tú tan en el tuyo y yo tan en el mío con tu recuerdo latente, a diario, en la obscuridad en mi mente, explícita e implícita estás presente, ya no sé qué hacer para ya no hacerte, ya no sé qué pensar para ya no pensarte, ya no sé cómo solucionar lo insolucionable, cómo prenderle fuego a tu amor en el fondo de las Marianas.
El amor se ha ido y solo quedó la tristeza.
El amor se ha ido y los besos de otra mujer no me impacientan.
Los abrazos de otra flor no me cubren con tus pétalos, con tu olor
no quiero otro olor, no quiero sexo de otro ser, solo quiero tu amor,
me rehúso, me rehúso a dejarte en mi pasado,
estás tan pegada a mi presente
que podría jurar que mi corazón está hecho de ti.
Y pasas, y pasas enfrente de mí, agachas la mirada como… si en el fondo de ti aún hay un leve recuerdo de mí, sin embargo, no romántico ni tampoco enamorada como aquel abril, sino más como un recuerdo que no quieres abrir porque te asquea la idea de lo que fuimos.
Me quieres como humano, como persona, como ser viviente… ¿cómo fui tan insignificante al final para ti? Hubiera preferido que me odies, que me mandes al carajo y me digas que ni sabes mi nombre, pero ¿cómo que me quieres como humano? Mejor me hubieras dicho: “¡Pedazo de infeliz, vete de mi cuarto!”. Es que te amo tanto que mi corazón ni siquiera se va a partir, se va a desvanecer de la faz de la tierra en un silencio lleno de gritos y llantos.
No sé, Belem, ¿sabes? No sé, no sé… no sé… seis meses, seis meses sin cruzar palabras, más de diez veces cruzamos miradas este mes… ¿cruzamos miradas? ¡Qué mentira digo! Más bien mi mirada a ti te vio fijo, pero la tuya, la tuya, la tuya… ¡soy otro hombre más, otro hombre más para ti! ¡Ya no existe el amor que tenías por mí! ¡Ya no soy aquel hombre al que le levantas la mirada, al que miras enamorada, al que le arrancas su corazón y se lo entregas sin razón! ¿Cómo de qué razón es tu amor de temporada? Ya se acabó la mía, solo fui una vía y tú fuiste todo para mí, el lodo donde yo fui feliz, el cielo por donde me columpié entre tus curvas, entre una sonrisa que era perfecta para mí y pecas, manos, pies, cuerpo y alma. Sonrisas, abrazos, bromas, lo que compartíamos entre nosotros y no solo la piel.
Qué triste me siento, mujer, qué triste me siento en este asiento sin ti, rodeado de amigos, rodeado de amigos sin ti, cómo me hubiera gustado presentarte, presentarte a mis amigos como mi novia, como el amor que me ilumina mi vida.
Mi vida, ya te has ido para siempre y en las paredes tu nombre desciende, en la autopista tú sigues sentada de copiloto en esa silla, cuando estoy en la moto, atrás, todavía siento tus brazos rodeando mi cintura, escucho tu sonrisa en el fondo de mi cuarto, impregnada en los ayeres que hoy corean una canción sin ti, estoy viviendo una nueva vida pensando que estoy matando a la otra, pero en realidad yo no soy el asesino ya que mi amor por ti era un compromiso fuerte y de sobra podría amarte en esta vida y en la siguiente, podría haberte amado en esta vida y en la siguiente.
Pero si este amor lo dejo encapsulado, si nunca sale a flote, si nunca lo lloro o lo grito, si no lo escribo en poemas o lo grafito, si no hago un boceto de mi dolor, el dolor va a ser un boceto de mí.
Adiós, Belem, mujer que vi partir, así como mujer que vi llegar.
Yo me entregué a ti, amada mía que conocí por años, que aprendí de ti, de tu madre, de tu padre ausente, de tus hermanas, de tu hermano, de tu sobrino que amo tanto, de cómo vivías tu vida con ese acosador padrastro, y cómo vives tu vida actual con un coche que a tu familia ha dejado endeudada, una hermana y madre bipolares que a veces te aman y a veces te dañan, tu depresión e ideas suicidas que te invitan a causarte tu propio daño …
¿Pero ya no debería importarme?
Sí te soy sincero, no me vas a dejar de importar por nada en el mundo, eres una mujer que no puedo querer como humana. Cómo pudiste decirme que me quieres de esa forma. Estoy sorprendido, aprecio mucho tu sinceridad y adiós, adiós, adiós, Belem.
Y aunque te escriba esto, aunque te piense en cada línea, aunque mi pecho te siga nombrando, mi propio amor y mi amor propio no me permitiría entregártelo ni incomodarte, ni hacerte sentir culpable.
Deseo que seas feliz, que seas libre, que tengas una vida plena, porque eres una gran mujer real y hermosa, a la que sigo amando y desprendiéndome cada día. Al final entiendo que el amor tiene un final si no se cuida, si no se comprometen, si no están destinados al mismo destino.
Adiós, Belem.
Nunca romperé mi promesa, te lo prometo.
-
Autor:
Jared Rosado (Seudónimo) (
Offline) - Publicado: 1 de octubre de 2025 a las 01:34
- Categoría: Carta
- Lecturas: 13
- Usuarios favoritos de este poema: El Hombre de la Rosa, Mauro Enrique Lopez Z.

Offline)
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.