Sé que mientes.
Lo supe antes de que tu voz inventara ternuras,
antes de que tus labios ensayaran su teatro.
Ya lo sabía,
pero fingí creer porque amaba tu mentira,
porque en tu engaño encontraba un refugio
aunque fuera de humo.
No es la traición la que hiere,
sino la certeza de que nunca fuiste mía,
ni siquiera en los instantes donde jurabas eternidad.
Lo que tú no valoras
es lo mucho que te quería:
la hondura de un río que corría hacia ti,
la llama que ardía en mi pecho
mientras tú apagabas su luz con desdén.
Me diste espejismos,
y yo te entregué los cimientos de mi alma.
Fuiste un eco vacío,
yo fui voz que temblaba hasta romperse.
Hoy no reclamo tu ausencia,
reclamo el tiempo que deshojé en tus manos.
Ese tiempo ya no vuelve,
ni tu recuerdo me salva.
Y si digo tu nombre,
ya no tiemblo de deseo:
tiemblo de verdad amarga.
Porque sé que mientes,
y esa mentira será tu cárcel
cuando descubras
que nadie más te amará como yo lo hacía.
JUSTO ALDÚ © Derechos reservados 2025
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Autor:
JUSTO ALDÚ (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 1 de octubre de 2025 a las 00:03
- Categoría: Amor
- Lecturas: 41
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