Parte I – El Encuentro Prohibido
El bar del hotel estaba casi vacío. Ella tomó un sorbo de vino, nerviosa, mirando de reojo la hora en su celular. Él apareció como un fantasma que llevaba tiempo esperándola.
—No deberías estar aquí —dijo ella en voz baja, clavando la vista en la copa.
—Y sin embargo viniste —contestó él, sentándose a su lado, tan cerca que pudo sentir el calor de su piel.
—Es un error, tengo que irme.
Él atrapó su muñeca suavemente, con una fuerza que desarmaba.
—Un error es vivir sin probar lo que realmente deseas. Mírame y dime que no lo sientes.
Ella lo miró. Y en esos ojos ardió la chispa que encendió la primera mentira, el primer pecado.
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Parte II – El Fuego en la Oscuridad
La habitación 214 se convirtió en su mundo.
Ella apenas alcanzó a cerrar la puerta cuando él la empujó suavemente contra la pared, atrapándola con un beso que quemaba.
—Dios mío… —susurró ella entre jadeos—, no deberíamos.
—Cállate —le respondió, mordiéndole los labios—. No digas que no quieres, porque tu cuerpo me grita lo contrario.
Sus manos recorrieron su cintura, su espalda, arrancándole la ropa como si con cada prenda le quitara la culpa. Ella temblaba, pero lo abrazaba con desesperación.
—Me vuelves loca… —admitió ella con lágrimas de deseo—. No puedo controlarlo.
—Entonces no lo controles —dijo él, hundiéndose en su cuello—. Esta noche eres mía. Solo mía.
Y lo fue, en cada gemido ahogado, en cada caricia que no dejaba espacio al aire.
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Parte III – El Secreto que Quema
Al amanecer, ella se vistió con las manos temblorosas. Él la observaba recostado en la cama, sonriendo con la calma de quien sabe que ha vencido.
—Esto debe terminar —dijo ella, evitando su mirada—. Tengo un compromiso, una vida, un hombre que confía en mí.
—Él tiene tu apellido —contestó él con frialdad—. Pero yo tengo tus noches. ¿A quién le vas a mentir?
—¡No entiendes! —gritó ella, con la voz quebrada—. Estoy jugando con fuego.
Él se levantó, la sujetó del rostro y le habló con la voz baja, firme, poseída:
—No es fuego, es destino. Y aunque intentes huir, siempre volverás. Porque me perteneces.
Ella cerró los ojos, pero no lo negó. Porque en lo más profundo de su alma, sabía que era verdad.
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Parte IV – La Boda y la Maldición
El día de la boda, ella caminó hacia el altar con el vestido blanco y la sonrisa falsa que le habían enseñado a mostrar. La música sonaba, los invitados aplaudían, y su futuro esposo la miraba con devoción.
Pero entre la multitud, lo vio. Él, de pie, con esa sonrisa maldita que la desarmaba.
Cuando sus miradas se cruzaron, sintió que el mundo se quebraba.
Más tarde, en medio de la celebración, él se le acercó, susurrándole al oído mientras todos bailaban.
—Felicidades, señora. Qué lástima que tu esposo no sepa que esta noche soñarás conmigo.
Ella palideció, apretando los dientes.
—Déjame en paz. Esto se acabó.
Él rió, suave, venenoso.
—No digas tonterías. Aunque le jures amor eterno, aunque duermas en su cama, cuando me veas otra vez, arderás. Y lo sabes.
Ella se giró, temblando. Porque odiaba admitirlo… pero tenía razón.
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Parte V – El Eterno Regreso
Pasaron meses de distancia. Ella intentó borrar su nombre, refugiarse en su matrimonio, en la rutina, en las paredes que creía firmes. Pero cada noche, cuando cerraba los ojos, él aparecía en sus sueños.
Una noche de lluvia, al salir del trabajo, lo vio apoyado en su coche. Mojado, desafiante, esperándola.
Ella quiso pasar de largo, pero él la tomó del brazo con fuerza.
—Suéltame —susurró, sin mirarlo.
—Mírame —ordenó él. Ella lo hizo, y en sus ojos volvió a estallar la tormenta.
—Esto… nunca termina, ¿verdad? —dijo ella, derrotada.
Él la besó, brutal y dulce a la vez.
—No. Porque no es una aventura, es una condena. Y aunque jures olvidarme, aunque huyas mil veces, cuando volvamos a cruzarnos… volverás a ser mía.
Ella lo abrazó con furia, llorando y besándolo al mismo tiempo.
Era inútil resistirse.
Era un ciclo eterno, imposible de romper.
Y esa noche, como todas las anteriores, se entregaron de nuevo, sabiendo que jamás escaparían de esa maldición deliciosa.
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Autor:
Luis de leon (
Offline) - Publicado: 30 de septiembre de 2025 a las 01:58
- Categoría: Amor
- Lecturas: 6

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