Merecer La Mañana
Frente al mundo no es suficiente con estar presente día tras día sin propósito,
Pues vegetar en la sombra sin aliento ni fuerza interior es carecer de alma,
Es dejar que los años pasen vacíos, sin dejar huella ni memoria ardiente,
Sin luchar por un sueño o por un verso, sin elevar la voz cuando es preciso,
Y así jamás se podrá decir que hubo existencia verdadera y trascendente.
Quien se conforma con lo dado y nunca alza su rostro contra la injusticia,
Quien mira el dolor ajeno y no responde, y acepta el yugo de la tiranía,
Quien vive sin pasión en la mirada, sin un latido que al amor convoca,
Ese no merece el don de la mañana, ni el canto dulce de la golondrina,
Pues renunció a la esencia que nos hace humanos en la larga y ardua jornada.
Honrar el paso por este mundo es levantarse con valor cada mañana,
Es sembrar belleza en el sendero y defender la luz de la verdad pura,
Es tender la mano al que tropieza, es brindar refugio, es dar esperanza,
Es sentir el latir del universo y responder con obras de bondad cierta,
Es no doblegarse ante la maldad, es mantener en alto la bandera.
Vivir con plenitud es comprender que cada instante es un regalo único,
Es beber el rocío de la aurora y marchar hacia delante con paso firme,
Es aprender del llanto y de la herida, y de las pérdidas sacar fortaleza,
Es buscar en lo profundo del ser la chispa divina que a todos guía,
Y abrazar con fuerza la aventura, escribiendo nuestro propio relicario.
No es lo mismo sobrevivir cautivo, entre miedos y paredes invisibles,
Que plantar el árbol de la risa en el jardín de la propia libertad,
Caminar con los ojos abiertos, despiertos ante el alba y su prodigio,
Sintiendo en las venas el llamado de crear, de amar, de transformarlo todo,
Y oír el eco de nuestra conciencia que clama por un mundo más digno.
Merecer el aire que respiramos es tejer con hilos de solidaridad,
Es borrar las huellas del rencor y construir puentes de comprensión,
Es negarse a ser eco de la ira, es ser calmada tempestad que aplaca el odio,
Es ofrecer el pecho a la tormenta por guardar un principio o un ideal,
Y en la noche más larga y oscura, mantener encendida una antorcha de amistad.
Existir de veras es arder en una llama constante y generosa,
Es donar el alma en cada acto, es cantar con la voz del sentimiento,
Es plantar semillas en la tierra árida y regarlas con fe y con paciencia,
Es buscar la justicia con entereza, es vestirse de amor y de clemencia,
Y partir cada pan con el que sufre, compartiendo hasta el último fragmento.
No se honra la vida con el vano ruido de la presunción y la arrogancia,
Ni acumulando bienes y trofeos en una torre de hielo y de orgullo,
Sino con un humilde y fuerte darse, como el río que abraza la llanura,
Como el sol que calienta sin medida, como el pan que alimenta sin reproche,
Dejando una estela de ternura que perdure más allá del tiempo incierto.
Al final, trascender es haber amado con todas las fuerzas del espíritu,
Haber sembrado versos de armonía donde solo había desolación y espanto,
Haber sido un baluarte de nobleza, un custodio de sueños y anhelos,
Y al marchar, que quede en la memoria un canto de luz y de victoria,
Porque así se cumple el destino grande: vivir con honor la propia historia.
—Luis Barreda/LAB
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Autor:
Luis Barreda Morán (
Offline) - Publicado: 30 de septiembre de 2025 a las 01:48
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 6

Offline)
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