No sabe cómo llegó a este lugar.
No sabe por qué está ahí.
Está sorprendido de que nadie lo haya recibido.
Siente que allí no hay nadie más.
Una música celestial anima la soledad de todo aquel blanquecino territorio donde sólo hay humedad y aire.
Cree que este no es su espacio ideal.
Trata de recordar todas sus travesuras y siente que le han vaciado su memoria.
Quiere hacer una maldad para que aparezcan sus carceleros, pero no se le ocurre nada.
En su cabeza cada pensamiento se devuelve al mismo sitio del pienso.
No hay risas, ni lloriqueo, ni animales ni personas, ni montañas ni lagos, ni palmeras.
La arena no existe
Camina y no se sabe dónde pisa.
No tiene sed ni hambre, ni cansancio ni fatiga.
Ni siguiera le da por rezar. No sabe lo que es eso.
Todo esto no es lo que le ofrecieron.
Ni siguiera puede siluetar su propio cuerpo, está ahí, pero no sabe si tiene masa, sólo es un pienso. ¡Un nada!
Ni cae la noche ni llega la tarde tampoco amanece ni anochece.
Existe, no lo sabe, lo intuye, lo adivina, pero vuelve al. mismo lugar
Una cosa si le asegura, alguien habla con él,
Una voz lejana le fastidia todo el día.
Si pudiera regresar diría basta.
La soledad era su aspiración.
¿Será esto un deseo?
Si esto es vida,
Yo no lo quiero.
Yo quiero bulla.
Yo quiero música.
Yo quiero mover la cadera.
Si pudiera salir de este encierro, sería libre,
No quiero cielo.
¿Para qué? Si nadie me espera.
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Autor:
RENJOSLO (Seudónimo) (
Offline) - Publicado: 29 de septiembre de 2025 a las 22:30
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 12
- Usuarios favoritos de este poema: JUSTO ALDÚ, Mauro Enrique Lopez Z., Llaneza

Offline)
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