Canción chilena del huacho

Fabio de Cabrales

Yo nací campesino, con familia,
y en el campo mordía las raíces,
jugando con el barro, con mis manos,
insectos recogiendo con mis dedos,
alimentando en mi cerebro toda
mi gran curiosidad de hijo de toro,
de cabrochico fiero,
de cabro campesino,
de creador pequeño,
fustigando al crecer mi duro trote.
Debidamente me cuidó la rabia.
Crecí con la iracundia de los mares,
la fuerza del martillo,
hijo mayor de algún peón de fundo.

Me abandonaron en la inmobiliaria.
Huacho quedé por la ciudad oscura,
roto, huacho, bovino de la calle.
Poco y nada me acuerdo de ese campo
en que nací; ya está desierto todo
y ha muerto el campo, el niño que crecía.
He tronado en pedazos
mi no encontrada infancia.
El colono me he vuelto,
en este tiempo, de la calle sucia:
coronel absoluto y niño hambriento,
vendedor de cigarros, hombre errante,
agitado y mugroso,
máquina de combate malnacida.

Mis únicas frazadas, los cartones;
mi único techo, el cielo con la lluvia;
mi familia, los perros cachureros.
Cargo con la ciudad sobre mis hombros,
y marcho con mis troncos de cemento,
como un Caupolicán abandonado,
guerrero de la calle,
hijo grande de Chile,
patipelado, huacho,
abanderado vagabundo sucio.
Y no es por flojo que yo vivo pobre:
¿no se notan acaso, entre mis manos,
callosidades diurnas?
Día a día trabajo con mi fuerza.

Pero de noche, cuando llueve y truena,
cuando suenan los cielos iracundos,
cuando el cielo se enfada con mi patria,
cuando castiga la bandera negra,
cuando resuenan por las calles perros
(mis hermanos y padres por carroña),
cuando marchan los buitres
directo a la taberna
a tomar con violencia,
cuando salen los hombres del trabajo,
cuando me invitan a tomar un poco,
salgo de mi paseo sempiterno
a meterme en peleas
respetable civil y gran metralla.

La violencia en la calle es un deporte,
o con palos o puños: nada importa.
Es sombría mi fuerza cuando lanzo
mis puños y mis hombros contra el otro,
hijo de toro, huacho malnacido,
máquina de combate de la calle,
que humilla a cuantos puede,
que bate vendavales,
que se forjó en el hierro,
que se muestra impetuoso haciendo sombra
cubriendo al sol con aguerrido cuerpo.
Rasguño las cenizas, lamo escombros,
y suena por mi patria
la bandera quebrada de mi fuerza.

He quebrado banderas y fusiles,
aventurero indómito y frustrado,
errado, vil, abandonado y hombre
y navaja del mundo y sus tornillos.
Asesiné repúblicas enteras
con mi cuello de gallo amanecido,
enarbolado y seco.
Mi paseo es batalla
perpetua y peregrina,
de mundano desgarro receloso.
He bañado ciudades con la sangre
que han sacado mis puños con violencia.
Soy monstruo y maquinaria
diseñada y nacida entre los golpes.

No despide mi canto melodía
que no sean ideas
de radio de trabajos semanales.
Seré llevado como un esqueleto
en los brazos gentiles de mi sombra,
tornándome cenizas de la calle,
y tronará en los autos
el ruido interminable de mi nombre.

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  • Autor: Fabio de Cabrales (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 28 de septiembre de 2025 a las 17:32
  • Comentario del autor sobre el poema: Hola. Este es un poema en estancias de catorce versos, cada una en verso blanco. Por no ser cuidadoso, hay muchas asonancias, pero se supone que es verso blanco. Es lo primero que escribo en verso blanco, imitando el estilo de Enrique Lihn y Pablo de Rokha, dos poetas que me han influenciado mucho.
  • Categoría: Sociopolítico
  • Lecturas: 17
  • Usuarios favoritos de este poema: Lualpri, Annabeth de León, Mª Pilar Luna Calvo, JUSTO ALDÚ, Llaneza, Mauro Enrique Lopez Z., Tommy Duque, Jaime Correa
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Comentarios +

Comentarios1

  • Mª Pilar Luna Calvo

    Pero que dureza, que vida más cruel, da muchísima pena, soberbio el poema, saludos.

    • Fabio de Cabrales

      Bueno, eso quería provocar. Me encuentro profundamente inspirado por Pablo de Rokha. Me agrada que creo haber llegado a su estilo, o al menos a sus talones.



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